Los números pierden valor contable y ganan alma cuando se convierten en celebraciones. Es el caso de los cumpleaños, aniversarios...
Son números mágicos porque te traen la felicidad. Te dices: 23 años casado, parece mentira que fuera un 19 de junio. Entonces vienen los recordatorios de lo acontecido, filtrando sabiamente los buenos momentos. Te recorre la alegría y desechas la melancolía para que el día sea fructífero.