sábado, 24 de abril de 2021

De cómo el odio se incuba en la chiquillería

 Vivo en una urbanización donde una mujer ‘caritativa’ reparte por la noche comida a mansalva para los gatos. Su generosidad provoca la aparición de ratas y otros bichos, además de crear zonas insalubres.

Un día un vecino, cansado de que los roedores campen a sus anchas por su calle y su jardín, pegó este cartel en un árbol.


A los pocos días un gracioso añadió un dibujo de un político al que sus enemigos llaman con rabia y asco ‘el coletas’. Un gesto que da idea de cómo ha calado el insulto en el imaginario colectivo y en la chiquillería.   

 Ahora, tras denunciar Pablo Iglesias las amenazas recibidas –acompañadas de dos balas en  una carta- el gracioso, que debe ser un chiquillo, se ha asustado y se ha apresurado a arrancar el dibujo.