Durante la depresión del 29 en los Estados Unidos, los ricos se arrojaban desde las azoteas, la clase media se suicidaba mediante la soga o el gas, los pobres se consumían lentamente de inanición. Setenta años después hay ciudadanos que eligen poner fin a su vida al perder el puesto de trabajo. Un estudio referido a varios países, publicado en el verano de 2009 en la versión digital de la revista The Lancet, revela como la crisis económica provoca un aumento del número de suicidios. Según David Stuckler, de la universidad inglesa de Oxford, y Martin McKee, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, el paro es una de las causas principales del incremento de esas muertes, por lo que es clave poner en marcha programas de formación y reinserción laboral que ayuden a mitigar los efectos adversos. Ambos revelan cómo las diferentes crisis económicas sucedidas en las últimas tres décadas han afectado a la mortalidad en 26 países de la Unión Europea (UE).
Aunque no puede ligar certeramente causa y efecto el estudio difundido por The Lancet apoya la tesis de que las dificultades económicas, y en particular el paro, guardan una relación directa con el incremento de los suicidios. Por cada 1% de aumento del desempleo en los países analizados, ascendían un 0,8% los suicidios entre menores de 65 años. Las reacciones a la pérdida del empleo variaban según las poblaciones, y estaban muy ligadas a los sistemas de protección social. Tal es así que en los países de Europa Central y del Este, donde hay menos ayudas contra el paro, la población está más expuesta a problemas de salud cuando el desempleo aumenta drásticamente.
Estados Unidos sufrió una fuerte epidemia de paro a comienzos de la década de los ochenta para la que el país no estaba preparado y sus consecuencias fueron dramáticas: por cada 1% que aumentaba la tasa de desempleo se producían 60.000 muertes prematuras, 6.000 ingresos en centros psiquiátricos y 2.000 suicidios. Un estudio firmado por investigadores de la Universidad de Tecnología de Berlín (Alemania), presentado en Bruselas por miembros del Parlamento Europeo, indica que los países con más tasa de paro son los que presentan una mayor tasa de mortalidad. En esta negra estadística hay un dato escandaloso: en Japón un parado se suicidó cada 15 minutos entre marzo y mayo de 2009 debido a la pérdida de empleo, según el rigor habitual con que informa El Mundo. Un mero ejercicio de cálculo arrojaría 8.640 suicidios en el trimestre citado.
(Espero que estas tres informaciones empiecen a concienciar sobre un problema oculto por los Medios de Comunicación en España)
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