Llega cada vez con un coche diferente de alta gama (Mercedes, BMW…), carga la mercancía y sale de estampida. Cuando entrega los pedidos a domicilio no le dan propinas al creer que es el propietario de la empresa. Trabaja sábados y hasta domingos y en las horas más duras del día (debe comer un sándwich en ruta). “Es arquitecto y se ha quedado en el paro”, dicen las comadres cuando le ven llegar. ¿Y por qué no vende uno de los coches? Le darían poco y además los está pagando”.
La profesión hasta hace poco más prestigiada ha caído en picado. Pero hace muy mal el nuevo sindicato de arquitectos de España en poner a estos grandes profesionales a los pies de los caballos. No se puede devaluar. Vendrás tiempos mejores y entonces se venderán muy barato.
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