Sin ella la vida no tendría aliciente. Es la que nos pica cuando nos quedamos alelados o estamos aturdidos. Es el revulsivo, la razón de la conciencia.
Agunas personas cuando tocan las teclas que otros consideran que no hay que tocar -escándalos, corrupción...- reciben el apelativo de mosca cojonera.
Revolotea y zumba sin descanso. Hasta que cae bajo la palmeta.
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