Ahora tengo en mis manos 'Informe del interior' donde escribe: Cuando tenías siete u ocho años, empezaste a darte cuenta de algo. Los judíos eran invisibles...
...no desempeñaban papel alguno en la vida norteamericana, y nunca aparecían como héroes en los libros, ni en las películas ni en los programas de televisión...
Por eso, querido Auster, acabaron siendo los dueños de Hollywood.
Pero esta es otra historia.
Ahora cito este texto: Auster, escritor norteamericano de origen judío, le proponía en una carta a su colega, amigo y premio Nobel de Literatura John M. Coetzee una solución definitiva para el conflicto de Oriente Próximo: evacuar a toda la población israelí y darle el estado de Wyoming, un territorio inmenso poblado sólo por medio millón de habitantes. En interés de la paz mundial, otro premio Nobel, Obama, expropiaría ranchos y granjas para reasentar a los habitantes de Wyoming en otros estados. De esta manera quedaría eliminada la mayor amenaza de guerra total para la humanidad. Auster justifica más tarde su jocosa y ridícula idea en la absoluta desesperación que le embarga, en la convicción de que judíos y palestinos jamás llegarán a un acuerdo.
Por desgracia quizá tenga razón, pero merece la pena reflexionar sobre la pequeña contribución del periodismo, o mejor dicho, de una parte de la profesión, a la radicalización del conflicto y a la perpetuación de aquel drama. Me refiero al fotoperiodismo
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