Los gobiernos europeos se habían
estado preparando discretamente durante meses para el posible regreso de Trump
a la Casa Blanca. Con este fin se pusieron en contacto con los principales
asesores de la órbita de Trump, buscando entender mejor las prioridades
políticas del probable nuevo presidente y hacer avances diplomáticos con su
equipo, según revela una de las consultoras de lobby más influyentes de Estados
Unidos.
La UE ha expresado un gran
interés en seguir una agenda positiva con el gobierno entrante de Estados
Unidos. Para ello, Bruselas está afinando propuestas para dialogar con Trump
sobre seguridad y defensa, economía y comercio, tecnología y China. Si bien los
líderes europeos están preocupados en privado por la posibilidad de que la
elección de Trump altere el statu quo
de las relaciones transatlánticas en varias áreas cruciales, la fuerte
dependencia de Europa del continuo apoyo de Estados Unidos a la OTAN y a
Ucrania significa que probablemente buscarán un delicado equilibrio con el
gobierno de Trump para evitar una ruptura en la relación.
Los líderes europeos esperan permanecer unidos ante los posibles cambios
de política de Washington, pero hacerlo puede resultar complicado dada la
frágil situación política de Europa. Se intensificarán las discusiones en curso
en la UE sobre cómo aumentar la competitividad económica y la política
industrial en línea con las recomendaciones del reciente informe del ex primer
ministro italiano Mario Draghi. Sin embargo, llegar a un acuerdo sobre medidas
de largo alcance seguirá siendo un desafío. Los líderes de extrema derecha,
como el primer ministro húngaro Viktor Orban, un fuerte partidario de Trump,
pueden sentirse envalentonados por la victoria de Trump. Mantener la unidad en
cuestiones como la reforma de la UE o las sanciones a Rusia podría volverse aún
más difícil como resultado.
La falta de liderazgo político en la UE favorece a Trump
Además de los problemas del continente con una economía estancada y la
guerra en curso en Ucrania, el colapso de la coalición gubernamental alemana ha
provocado nuevas elecciones federales a fines de febrero y el presidente
francés, Macron, se encuentra en una posición debilitada después de las
elecciones anticipadas a principios de año. Mientras la presidenta Von der
Leyen intenta mantener unida a la UE, la falta de liderazgo político en los
estados miembros clave dificultaría la respuesta a posibles perturbaciones en
la política estadounidense.
Se espera que el regreso de Trump a la Casa Blanca en 2025 marque un
cambio radical respecto de la estrategia relativamente amistosa de la
administración Biden para interactuar con Europa. La estrategia de Trump será
más transaccional y menos basada en valores, y no rehuirá presionar a los países
europeos cuando crea que le conviene hacerlo. Washington también puede cambiar
el foco de su compromiso diplomático con Europa. Mientras que Biden mantuvo
estrechos vínculos con las principales capitales europeas, Trump es
abiertamente escéptico respecto de la UE y crítico de Alemania.
La presidenta Von der Leyen, una transatlántica comprometida, intentará
llevarse bien con Trump, prometiéndole oportunidades económicas y una postura
más dura con China. Un posible nuevo gobierno alemán a principios del año
próximo podría brindar una oportunidad para un nuevo comienzo entre las nuevas
administraciones en Washington y Berlín. El presidente Macron seguirá
posicionándose como líder en la gestión de Trump, aprovechando su experiencia
durante el primer mandato de Trump, pero su papel se ha debilitado. También es
probable que Trump se relacione más con líderes de extrema derecha o
populistas, como Víctor Orban de Hungría y la primera ministra de Italia,
Giorgia Meloni, que podrían surgir como interlocutores clave.
Es probable que la elección de Trump haga que las relaciones comerciales
entre Estados Unidos y la Unión Europea sean mucho más volátiles e
impredecibles. Trump y sus asesores comerciales (como el ex representante
comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, que podría asumir el papel de
"zar del comercio") han expresado reiteradamente su deseo de imponer
aranceles amplios del 10% al 20% a los bienes importados a Estados Unidos en un
esfuerzo por reestructurar el sistema comercial global. Si bien un enfoque
clave de la política comercial de Trump será abordar a China, no se abstendrá
de aplicar nuevos aranceles a la Unión Europea dadas sus preocupaciones de
larga data sobre el déficit comercial bilateral de Estados Unidos, o de
presionar para obtener condiciones más favorables para las empresas
estadounidenses en Europa. Esos aranceles y la presión para desvincularse de China
tensarán aún más una economía europea ya frágil.
Von der Leyen quiere evitar una guerra comercial
La UE también está elaborando estrategias para responder a los posibles
nuevos aranceles de Trump. Si bien en el pasado la UE ha respondido con
aranceles similares, Von der Leyen está ansiosa por evitar una guerra comercial
de represalias que pueda dañar aún más la economía europea y tener
repercusiones negativas en la agenda transatlántica más amplia en un momento
crucial. La UE espera encontrar una solución negociada con Washington lo antes
posible para evitar una disputa comercial de ida y vuelta. Como parte de ese
acuerdo, la UE podría ofrecer comprar más gas natural licuado (GNL), productos
agrícolas y equipos de defensa producidos en Estados Unidos.
La UE también se comprometerá a cooperar más estrechamente con la
administración Trump en relación con China, incluso en cuestiones de seguridad
económica como las restricciones al control de las exportaciones de tecnología,
en las que la UE también está tratando de hacer más por sí misma. Como la UE ha
desarrollado su propia estrategia de reducción de riesgos en China y
recientemente impuso aranceles a los vehículos eléctricos chinos, espera poder
encontrar puntos en común con la nueva administración estadounidense y, al
mismo tiempo, evitar una guerra comercial separada con Pekín. Esto puede
aumentar las tensiones entre los estados miembros de la UE que quieren
alinearse con Washington y aquellos que buscan protegerse más de la presión
estadounidense reforzando los lazos comerciales con Pekín, lo que dificultaría
el mantenimiento de una estrategia coherente de la UE hacia China. Si Trump
sigue adelante con aranceles aún más altos a los productos chinos, podría
alentar a China a vender más productos en otros lugares, superando así a las
empresas europeas y aumentando aún más sus preocupaciones sobre el exceso de
capacidad industrial china.