Hace un año algunos medios de comunicación aseguraban que "La Revuelta Griega" (que tuvo gran eco por la muerte de un joven de 16 años a manos de un policía, ahora condenado) prendería en España, ahora dicen que "La protesta social en Francia" puede ser contagiosa. Otros expertos vienen anunciado en la prensa un estallido irreversible. La realidad es que este país -como muy bien lo define Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura y Paz- es un país de ciudadanos 'perplejos y resignados'. Los ciudadanos no se acaban de creer lo que está sucediendo (cada vez mengua más el Estado del Bienestar) y prefieren tener la cabeza bajo el ala.
"Los huelguistas franceses tienen la convicción de que se trata de una contienda que supera a su país, y que tendrá muchas consecuencias sobre el resto de los movimientos sociales en Europa. La batalla de Francia está lejos de acabarse", escribe hoy Sami Naïr en El País (http://www.elpais.com/articulo/internacional/batalla/Francia/elpepiint/20101023elpepiint_4/Tes). Desde el inicio de la crisis, en la prensa española varios analistas (periodistas, sociólogos, economistas...) vienen avisando sobre inminente estallido. El trato de favor dado a los bancos por los Gobiernos - millonarios planes de rescate- contrasta con las miserias que afloran cada día. Una situación que no podrá soportarse por mucho tiempo. Una quinta parte de la población mundial, la que se encuentra en peor situación (posee, en su conjunto, menos que la persona más rica del mundo), carece de todo: alimentación, agua potable y un techo donde cobijarse. La afrenta de la desigualdad es la nueva vara de medir. “La revuelta de la desigualdad sacude al mundo entero: de Moscú a Helsinki, de Londres a Washington y de Berlín a Buenos Aires. En Internet encontramos páginas que invitan a quemar o a colgar a los banqueros. Y probablemente esto sólo acaba de empezar”, advertía el sociólogo Ulrich Beck. (El País 4/05/09).
Desde hace tiempo algunos columnistas vienen avisando sobre la posibilidad de que se produzca una violenta explosión popular. “La indulgencia con el presidente Zapatero que demuestra la sociedad española no debería despistarnos sobre el sordo malestar que bulle de forma latente y que amenaza con emerger a la superficie.¿Por qué no provoca más protestas la aceleración de la crisis económica, con su masiva destrucción de empleo? ¿Cómo logra evitar Zapatero el temible estallido de la conflictividad social?” se preguntaba otro sociólogo, Enrique Gil Calvo (El País 2/02/08). Y aventuraba: “A medio plazo, el malestar social causado por la burbuja del desempleo expansivo ya no se podrá contener, y lo más probable es que empiece a aflorar en forma de protestas sociales, conflictos interculturales y convocatoria de huelgas generales o salvajes según el reciente ejemplo francés. ¿Qué es lo que hoy retiene su abierto estallido?” Gil Calvo daba esta explicación: “Cabe imaginar que una posible razón es la actual composición social del desempleo, que hasta ahora se concentra sobre todo en los cinco millones de inmigrantes atraídos por el boom español del ladrillo. Unos contingentes de inmigrados que, a causa de su exclusión social, no tienen capacidad organizativa ni recursos para movilizarse, por lo que difícilmente iniciarán protestas ni crearán conflictos. Pero en cuanto el desempleo se extienda a los trabajadores autóctonos, y sobre todo a las clases medias profesionales, entonces el malestar estallará y se traducirá en abiertos conflictos que podrían generalizarse. Y hay indicios de que ese malestar social de clase media ya está entre nosotros, por latente y sorda que de momento sea su manifestación.”
“Resistirse a lo que nos oprime, parece, en principio al menos, un movimiento connatural, biológico, fundado en la necesidad animal de moverse libremente y sin ataduras impuestas dentro del hábitat donde nuestros cuerpos han de buscar nutrientes imprescindibles para su supervivencia y reproducción, y donde nuestras facultades son terreno propicio para la dignidad y la autoestima”, sostiene el editor Constantino Bértolo. Pero la resistencia ante la injusticia social tiene dos extremos claros: violencia o resignación; en medio bullen las protestas y los conflictos.
“El previsible declive de la clase media, la falta de trabajos cualificados, el becarismo rampante, la baja natalidad y el desfase en gasto social respecto a Europa están creando una atmósfera inflamable que abre la posibilidad de estallidos similares a los de Grecia o Francia”, reconocía José Félix Tezanos, director de la Fundación Sistema del PSOE. Ante el creciente descontento ciudadano el Gobierno ha optado por tejer una red de protección social que garantice la paz social. ¿Qué es lo que hoy retiene el estallido? ¿Podrá mantener el Gobierno mucho tiempo controladas a las clases medias cada vez más empobrecidas, los jóvenes sin futuro, los inmigrantes, los antisistemas, los grupos radicales de extrema derecha…?
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