La muerte y otras sorpresas podría ser mi libro de cabecera. Lo abro y me entra el aire taciturno de su mirada al tiempo que sus palabras parecen darme palmadas en la espalda. Le debo este domingo al uruguayo Mario Benedetti y a él se lo dedico. No merece menos.
Hace casi dos años que se nos fue pero yo disfruto con este encuentro. Y más cuando me habla: "los lectores que siempre han respirado a todo pulmón y a todo bronquio, no pueden ni por asomo imaginar el resguardo tribal que proporciona la condición de asmático". Benedetti se defendía. La enfermedad que le acompañó toda su vida, daba cadencia y ritmo a su escritura. Domingo para el escritor de los párpados caídos.
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