La marca ZP daña a las siglas PSOE, de ahí la retirada previsible de quien la ostenta.
Nadie como Zapatero hipotecó un partido con su apellido. ZP ha fagocitado el PSOE hasta hacerle perder sus señas de identidad: las que tuvo cuando se fundó, no las de estos últimos años. La inteligente estrategia de convertir un político en marca se ha vuelto contra sus creadores. El desprestigio de la marca ZP arrasa con todo lo que sustenta. La marca ZP ha perdido visibilidad contenido, consistencia y objetivo. Además de rentabilidad.
Los expertos en 'personal branding' o marca pesonal deben estar muy desilusionados. El icono de este singular modelo está en retirada. Y no creo que ningún político acepte de nuevo traspasar el límite. ZP dejará una huella de la que pocos podrán sentirse orgullosos, salvo él mismo. A menos que nos sorprenda con la brutal sinceridad de estos últimos días y reconozca abiertamente que fue demasiado lejos al convertirse en una enseña.
Ahora las campanas tocan arrebato y hay que tratar de regenerar un partido. Y llega Rubalcaba, el químico, para intentarlo.
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