Uno ya no distingue la frontera entre los listos y los tontos. Antes, hace apenas unas horas, había una sutil diferencia. La llamaban ética y los tontos ufanos la levantaban como un estandarte. Ahora, los listos han arrasado con todo y han dejado a los tontos, sentados como imbéciles.
Conductas anómalas, es el diagnóstico. Pero ¿anómalas para quién? Está claro que sólo para el que se lo plantea, los otros hace un rato que pasaron el puente que les blinda contra los improperios. Tratan de ponernos a prueba, a ver si les saltamos de una vez a la yugular, reflexionaba alguien en las rede sociales. Desgraciadamente, ni siquiera nos miran. Para ellos, no existimos. Que cada palo aguante su vela.
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