La imagen de abajo es la metáfora de un país que no acaba de
encontrar la salida.
¿Ahorro o penuria? es la pregunta del millón.
Cada vez más ciudadanos hacen esfuerzos ímprobos para llegar
a fin de mes. Parece que todo se conjura en su contra: a los problemas
domésticos (gobierno ineficaz, oposición insolidaria) hay que sumar los
externos (guerra en Libia, sube el crudo/terremoto en Japón se tambalea la
economía mundial).
¿Y mi bolsillo? se pregunta distraídamente el ciudadano.
Mengua cada día más. Ya le resulta imposible hacer frente a determinados pagos.
Muchos se han convertido en morosos obligados mientras en la acera de enfrente
menudean con descaro los usureros del siglo XXI. Prestamistas que les prometen
financiación a altos tipos de interés (eso si tan bien empaquetada que las
deudas las podrán pagar sus nietos) a cambio de su sangre.
Cae lentamente el gel hasta rebosar en la mano del ciudadano
cuando destapa la botella. Entonces se frota creyendo limpiarse las impurezas
del día. Pese a todo, buen fin de semana.
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