viernes, 20 de agosto de 2010

Adaptarse no es fácil

   El barco encalló y la persona logró arribar a la isla. Miró a su alrededor y no vio a nadie. Estoy sólo, se dijo. Pero no desesperó. Algún barco pasará y le haré señales. Se echó la noche sin avistar movimiento en el horizonte. Dormiré en un refugio y mañana seguro que me rescatan.

   Pasaron tres días sin el menor atisbo de otros seres. Esta persona se había adaptado a su nueva situación: pescaba para subsistir, meditaba para estar fuerte y hacía ejercicio para mantenerse en forma.

   Cuando uno se convierte en náufrago la vida le pone al límite. Debe superar una prueba muy dura para volver al mundo del que procede.

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