¿A qué juegan sindicalistas y
empresarios? Este país no está para bromas. No parecen entenderlo así los
agentes sociales. De nuevo vuelven a escenificar sus desacuerdos y de paso a ‘lavarse
las manos’ y dejar su inacción (no hacer nada por los parados o buscadores de
empleo) en manos del Gobierno. El País vaticina:
Sindicalistas y empresarios han
perdido la sensibilidad, si es que alguna vez la han tenido, ante la marea
humana que exige un puesto de trabajo. “Vamos a crear empleo”, debería ser su
objetivo prioritario, aunque algunos acusen de traidores (a los sindicatos) o
de explotadores (a los empresarios). No queda otra que unir esfuerzos para
salir del pozo. En otros países lo han hecho, con éxito. ¿Qué se juegan si fracasan
una vez más en este envite los agentes sociales? Uno llega a pensar que nada.
Seguirán como están, enrocados en sus posiciones: tú imposibilitas el acuerdo y
tú más. Entre tanto el país se desangra.
Lamentablemente si no hay
acuerdo, no habrá pactos en toda la legislatura. Y de nuevo seguiremos sacando
los ojos al que no piensa de igual manera. Es el grave error de planteamiento
que anida en toda negociación: si cedes claudicas. Pero esta vez no está este
país para batallas (esas dejarlas para cuando haya bonanza económica) sino para
sumar esfuerzos, arrumbando las banderas.
Así explican la atmósfera
negativa que se respira en El País:
Pero el pesimismo cunde, tanto que ayer varios
interlocutores y observadores cercanos de las negociaciones comparaban lo que
está sucediendo estos días con lo que pasó el pasado mayo. Entonces las
conversaciones para una reforma de la negociación colectiva descarrilaron a
última hora, justo cuando el pacto parecía más cercano, por las exigencias in extremis de la
CEOE.
Y en Cinco Días piden
responsabilidad a UGT y CC.OO.
Resulta inexplicable que en un país brutalmente sangrado por la pérdida
de cinco millones de empleos, con una economía bajo mínimos y un durísimo
proceso de ajuste fiscal por delante, las dos centrales sindicales sigan
negándose a flexibilizar una legislación laboral que se ha convertido en una verdadera
soga para empresas y trabajadores.
Y Expansión concluye en su
editorial:
Después de tres años de
negociaciones, patronal y sindicatos siguen siendo incapaces de alcanzar un
consenso sobre la reforma que precisa el mercado laboral español para poner fin
a la hemorragia de puestos de trabajo que sufre desde 2008, convirtiendo el diálogo
social en un viaje hacia ninguna parte.
Sindicalistas y empresarios
deberían conocer los testimonios de la gente que lo pasa mal, de ciudadanos que
no llegan a superar el día (la depresión los tiene enclaustrados). Lamentablemente están inmunizados. Una barrera de cifras y un muro de gráficas
les impide ver la cruda realidad. Ellos no tienen nada que perder, los
ciudadanos sí.
Vamos a recordarles 10 llamadas
desesperadas, recogidas por la prensa
española y sintetizadas aquí, para que los agentes sociales reflexionen a quien
perjudican con sus posturas numantinas:
1.- "Estoy aquí porque perdí el trabajo hace un par de
años", confiesa un paciente que asiste a un grupo de terapia en una unidad
médica localizada en Cataluña. Este paciente está en tratamiento y no acaba de
recuperarse. Y, según los especialistas que le atienden, tardará bastante en
hacerlo. Su mujer, que padece fibromialgia, acaba de ser despedida. El futuro
no puede ser más desalentador.
2.-
"Ahora limpio pisos. Trabajo sí, pero me gustaba más ser peluquera. No me
siento bien con lo que hago".
3.-
Sólo de pasada Ana M. revela que en estos años ha tenido dos intentos de
suicidio. “Tuve una temporada horrible. Me sentía impotente. No sabía quien
era. Me encerraba en mi habitación a llorar porque me encontraba mejor llorando
en casa que estando fuera. No quería salir, y al final fue el trabajo lo que me
hizo superar aquella situación”.
4.-
H. llegó a España en patera huyendo de la miseria. Cuando llevaba un año en
nuestro país fue ingresado en un hospital aquejado de esquizofrenia. El mundo
se le vino encima justo cuando tenía una oferta de trabajo que le ayudaría a
resolver su residencia.
5.-
La jornada de Antonio, un parado de larga duración, empieza temprano. Se ha
vuelto insomne. En la cama cuenta las horas hasta que dan las seis. “Durante el
primer año piensas que hay un cierto horizonte; en el segundo compruebas que la
perspectiva se cierra, y en el tercero ya lo ves todo negro. Ahora los signos
positivos ya no me producen alegría porque creo que he perdido la esperanza”.
6.-
“En su casa, hoy sólo entran sus 200 euros, el sueldo de su madre como
limpiadora y el subsidio por desempleo que desde hace seis meses cobra su
padre. Pero este último ingreso va a reducirse en breve”.
7.-
“M. aguarda a las puertas de un supermercado en un céntrico barrio de Madrid.
Son las diez y media de la noche de un lunes. A su lado, dos de sus hijas y su
cuñada. Rondando cerca de las puertas del súper esperan otras diez personas. A
los cinco minutos, el guarda de seguridad de la tienda y una empleada sacan
varios contenedores de basura. Se abalanzan sobre los cubos.
8.-
Ernesto Martín, un jardinero y trabajador de la construcción de 49 años en el
paro, es la típica víctima europea de la crisis. En invierno, se refugia en la sala de
espera del servicio de urgencias de un hospital o en los vestíbulos de los
cajeros electrónicos de los bancos. Afirma no recibir ayuda
alguna de sus parientes, pese a tener siete hermanos y una hermana repartidos
por un país de mayoría católica.
9.-
"He cotizado casi treinta años y aquí me ve comiendo de lo que me den las
monjas. Mi último trabajo fue encofrador, oficial de primera. Se hundió la
empresa y todos a la puta calle".
10.-
Mark, nigeriano de 35 años, ha pedido a sus padres que viven en Nigeria que le
envíen dinero para sobrevivir mientras encuentra un empleo.
(Todos
estos testimonios fueron recogidos en los últimos años de La Vanguardia, El
País, El Mundo…y entonces la situación no era tan dramática).
Es hora de sumar no de restar.
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