Se llamaba Jairo Mora. Los defensores del ambiente en América Latina están de nuevo de luto, con la muerte acaecida esta vez en Costa Rica de Jairo Mora Sandoval, un joven biólogo asesinado el pasado 31 de mayo, mientras patrullaba con voluntarios extranjeros una playa del Caribe en Costa Rica donde vienen las tortugas a desovar. Semanas atrás, con periodistas a los que había externado las amenazas recibidas por su organización, había también indicado que “Si un policía dice que nos está apoyando, está mintiendo”
Aunado a estos hechos, las desafortunadas declaraciones brindadas por el vicepresidente de Costa Rica, Alfio Piva a la cadena internacional de noticias CNN al explicar que Jairo Mora se “expuso” (y por ello ocurrió la tragedia que llenó de luto la semana del ambiente en Costa Rica) constituyen una nueva fuente de consternación para el movimiento ecologista de Costa Rica.
Ahora nos enteramos del asesinato de un español en Brasil, también biólogo, por preservar el medio ambiente de la zona en la que vive desde hace diez años.
Estos asesinos incultos aún no entienden que están asesinando el futuro de sus descendientes. Son tontos hasta para comprenderlo. Mejor, en ese caso, que no haya hijos por medio. La justicia, aunque detenga a los autores, llega tarde. El mal ya está hecho. La semilla se ha podrido por el afán de justicia de estos bárbaros.
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