La felicidad de un niño es un motivo más que suficiente, la ilusión de un octogenario que no se deja sepultar por el peso de los años otra razón poderosa. Sonríamos aunque en la prensa anuncien sin rubor que se avecina una semana negra (ver titular de La Vanguardia 15.05.10).
Ojalá no se cumpla esta oscura profecía. Queremos un poco de alegría.
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