“...yo
quería ser un chico alegre porque era Navidad, pero sabía que no iba a estar
alegre. Mi padre no tenía trabajo...” Cuento de Navidad/Frank McCourt
Se puso el gorro de Papá Noél y la casa se llenó de
colorido. Los pequeños se asustaron cuando vieron que sus ojos parpadeaban
igual que las luces del árbol. En la calle se atusó el bigote, esponjó la barba
blanca y colocándose la abultada y picuda panza y aspirando el aire cruzó las
calles con el estruendoso: ¡Ujujuju¡ ¡Ujujuju¡ Los árboles empezaron agitarse
con violencia, las escasas hojas se desprendían de las débiles ramas y,
algunas, caían sobre la pavimentada avenida en donde el viento las barría;
otras, más díscolas, volaban y volaban hasta reposar en las heladas fuentes.
Pronto la ciudad se pobló de simpáticos y dicharacheros Papá Noel, con las
mejillas coloradas y aliento a alcohol para matar el frío.
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