Dos décadas después del inicio del siglo XXI, el declive industrial de Europa muestra pocos signos de mejora. Desde el año 2000, la UE ha caído del primer puesto conjunto en valor agregado bruto de la industria como participación en el mercado global al tercer lugar, detrás de China y Estados Unidos. “En un contexto de importantes tensiones geopolíticas nuestro lugar en el nuevo orden mundial ya no está asegurado. Habiendo estado a la vanguardia de la industria, desarrollo e innovación en el último siglo, la competitividad de nuestro continente se ha desvanecido. Estados Unidos, China y otros ya han superado a la UE en muchos indicadores”, denuncian 60 directores ejecutivos y presidentes de multinacionales europeas, miembros de la Mesa Redonda Europea para la Industria (ERT, por sus siglas en inglés). La industria representa el 16 por ciento del PIB de la UE y proporciona una cuarta parte del empleo.
¿Cuánto falta para que se produzca el
declive gradual de la economía europea? se interrogan los directivos de ERT en el nuevo documento de visión hasta 2030. Pese al pesimismo, consideran que Europa
todavía puede ponerse al día. Para los gobiernos, las empresas y la sociedad en
general, la motivación es obvia: deben hacer todo lo posible para salvaguardar
la prosperidad futura de Europa para las próximas generaciones. Para que Europa
tenga éxito debe optar por un modelo
ejemplar de crecimiento sostenible. El cambio en el panorama geopolítico está
remodelando la economía global en un momento en el que todas las partes deben también
ejecutar transiciones masivas. “Eso no quiere decir el fin de la globalización,
pero la fragmentación ya está haciéndose evidente”, alertan los industriales
europeos.
Según ERT, tres tendencias que debilitan la cooperación internacional
ejercen presión sobre Europa: primero, el retorno de la fuerza, ya que la UE
tiene poco peso en asuntos de defensa; segundo, la creciente parálisis de los
principales organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, la OMC, la OIT y la OMS; y tercero, el desafío a las
instituciones internacionales y acuerdos de gobernanza global de estados en
ascenso que cuestionan la representación de estos organismos de la distribución
actual del poder. La fragmentación, la lentitud en la toma de decisiones, el
cortoplacismo y el populismo amenazan con debilitar a Europa desde dentro en un
momento en que necesita ser fuertes, unidos y visionarios si la UE quiere
afirmar sus intereses de manera efectiva en un mundo más disputado. Los
gobiernos nacionales deberán desempeñar su papel en la promoción de las
prioridades europeas ante sus ciudadanos, comunicar el contexto actual de
interés mutuo dentro de la UE y la competencia global más allá de ella.
La desindustrialización se perfila como una amenaza inminente
Con el espectro de la recesión, la desindustrialización se perfila como
una amenaza inminente y grave. Las estadísticas de las últimas dos décadas lo
detallan: la participación de Europa en el valor añadido bruto de la industria
mundial disminuyó de casi el 25% en 2000 al 16,3% en 2020. Entre 2014 y 2019,
las grandes empresas europeas eran un 20% menos rentables que las
estadounidenses. Los ingresos aumentaron alrededor de un 40% más lentamente, se
invirtió un 8% menos y se gastó alrededor de un 40% menos en I+D.
El resultado de la divergencia económica entre los estados miembros de
la UE y los estados de EE.UU. se hace evidente en la brecha del 82% existente entre
el PIB per cápita de la UE sobre el de los EE.UU. El producto interior bruto
(PIB) de Estados Unidos avanzó el 1,2 % en el tercer trimestre, lo que supone
un repunte en el crecimiento, según los datos publicados este pasado jueves por
la Oficina de Estadísticas Económicas (BEA), que informó de que el ritmo anual
de crecimiento fue del 4,9%. Con esas cifras la primera economía del mundo deja
atrás la desaceleración del segundo trimestre del año, cuando el crecimiento
Inter trimestral fue de sólo medio punto, a un ritmo anual del 2,1%.
En su documento hasta 2030, los industriales europeos plantean construir sociedades más igualitarias donde el radicalismo y el populismo no logre encontrar un punto de apoyo
Los Estados miembros de la UE y la Comisión Europea deben actuar juntos
para recuperar su competitividad global, definir una estrategia unida para
abordar la cambiante situación global dinámica y ‘poner nuestra propia casa en
orden’. “Sólo entonces podremos garantizar el modo de vida europeo y prosperidad
en las próximas décadas, abordar la erosión de ahorro y poder adquisitivo de
los hogares, y construir sociedades más igualitarias donde el radicalismo y el
populismo no logre encontrar un punto de apoyo. Sólo entonces podremos
garantizar que Europa sigue siendo el mejor lugar del mundo para crecer,
estudiar, trabajar y vivir – para muchos, no sólo para unos pocos”, subraya el documento.
Los industriales europeos alertan que sin una inversión europea adecuada
en los sectores de defensa y seguridad, la UE y sus ciudadanos se enfrentarán a
una gama cada vez mayor de importantes riesgos de seguridad y perderán la
innovación de doble uso impulsado por la investigación y el desarrollo militar.
Critican, por otra parte, que el plan de recuperación de la UE,
NextGenerationEU, no desencadenó o financió auténticas inversiones
transfronterizas paneuropeas. “Los recursos financieros del plan están siendo
absorbidos lentamente por los Estados miembros de la UE, debido, entre otras
cosas, a procedimientos complejos. La UE necesita diversificar sus cadenas de
suministro y permitir mayor acceso a materias primas críticas para mejorar su
seguridad económica y su abierta autonomía estratégica. Sin embargo, la larga
negociación de los acuerdos del libre comercio puede obstaculizar y retrasar
los procesos de ratificación. Tales retrasos no deben comprometer nuestra
ventaja y nuestra capacidad de movernos tan eficientemente como otros actores
globales”, señalan desde ERT.