Siempre me he preguntado qué retraso tendría la historia de haber
considerado a Caín, presunto asesino de Abel. Tal vez hoy todavía se estarían
cotejando pruebas de su culpabilidad o inocencia. Y no digamos si se hubiera
considerado a Abel víctima (presunta). Podía haberse caído y golpeado en la
cabeza. Pero el asesino (presunto) dejó al parecer la quijada de burro al lado
del muerto. Desde que se decidió aplicar el honorable principio de presunción
de inocencia, verdugos y víctimas han perdido su esencia. Ambos quedan en
tierra de nadie, levitando hasta que se produce el veredicto.
Lo que resulta llamativo es que
se aplique la presunción de inocencia al policía al que una cámara graba
golpeando a una chica que (presuntamente) pasaba por allí. Me duele, debo
reconocerlo, que el gran depredador sea todavía considerado presunto inocente y
que se refugie en esa presunción su defensa, mientras él se divierte en
libertad condicional. Pero cuando aparezcan los vídeos (presuntos) de sus
perversiones sexuales (presuntas)…otro gallo cantará. Pero más me duele
comprobar que ahora se acaba de reconocer que los verdugos (presuntos) del
Chile de Pinoche dejaron más de 40.000 víctimas, y aún más comprobar que los
verdugos (presuntos) enrolados en el nazismo torturaron a millones de personas.
Y luego se refugiaron en la presunción de inocencia.
“Si bien podemos encontrar
antecedentes del principio de presunción de inocencia en el Derecho Romano,
especialmente influido por el Cristianismo, este se vio invertido por las
prácticas inquisitivas de la baja Edad Media. Así, es solo en la Edad Moderna que
autores como Hobbes, Montesquieu y Beccaria, por nombrar algunos, reafirman
este principio. De esta manera, Beccaria, en su obra capital De los Delitos y
de las Penas establece que la presunción de inocencia es un principio
necesario, manifestando que: “un hombre no puede ser llamado reo antes de la
sentencia del juez, ni la sociedad puede quitarle la pública protección sino
cuando esté decidido que ha violado los pactos bajo los que fue concedida”
Así se explica en
Demasiadas víctimas esperan (las
que viven) que los presuntos pierdan su inmunidad y paguen su impunidad. La justicia siempre llega
tarde.