domingo, 16 de octubre de 2011

Por favor, no frivolicéis con el hambre ajena

   Informes como el reciente de Unicef sobre los hijos de inmigrantes que pasan hambre en España -cuestionados en grado sumo por su falta de datos científicos- son el 'caldo de cultivo' para que los de la caverna alienten la demagogia. El titular no tiene que ver con el contenido:
 http://www.abc.es/20111014/sociedad/abci-unicef-alerta-hijos-inmigrantes-201110141847.html
   Tampoco me ha gustado la afirmación de que

El 25% de niños españoles sufre malnutrición por no poder comer carne y pescado

mientras los inflan a chuches por falta de cultura alimentaria, no de recursos:
http://www.larazon.es/noticia/5426-el-25-de-ninos-espanoles-sufre-malnutricion-por-no-poder-comer-carne-y-pescado

   Prefiero historias tan reales y estremecedoras como esta carta, publicada hace ya año y medio en el desierto multimedia:


Mis vecinos pasan hambre porque no tienen trabajo'
rantxa Bernaldo Durán Sant Pere de Vilamajor 6/2/2010 Edición Impresa LOS EFECTOS DE LA CRISIS EN LOS HOGARES |UNA OLA DE SOLIDARIDAD EL PERIODICO
   Esta es la historia de Manel, Rosa y su hija de 4 años, pero podría ser la historia de miles de familias, incluida la mía. Tengo 32 años, y desde hace un tiempo mi familia ha aumentado. Manel y Rosa están los dos en el paro y son vecinos míos. Conozco sus ganas de trabajar y su frustración al no encontrar un empleo, y sé que pasan mucha vergüenza al pedirme comida; no pueden comprar ni un cartón de leche para darle a la niña. Sé que lo pasan muy mal, y también sé que a mí no me gusta que la hija de mis vecinos pase hambre y frío, sobre todo si pienso que estamos en un país considerado del primer mundo en el que, entre otras cosas, esperamos a que lleguen las rebajas para ir a comprar ropa; a veces, solo porque está más barata, no porque la necesitemos. Manel y Rosa solo quieren un empleo para poder comer y dejar de pasar los apuros de ver cómo en el colegio de su hija les dan las sobras del comedor para la cena de la niña.
   ¿Necesitamos comprar esa prenda que no nos hace falta, o aquel perfume tan caro, cuando nuestros vecinos pasan hambre? Yo no lo necesito, desde luego, y por eso, cuando voy al supermercado, intento comprar algo para esa familia; no podría dormir tranquila pensando en si la niña habrá comido algo o no, en si tal oenegé les habrá dado algo o no. Soy consciente de que mucha gente se encuentra en la misma situación, pero a mí me preocupan Manel, Rosa y su pequeña. Lanzo un llamamiento de solidaridad a quienes conozcan situaciones como esta. El que echa una mano a los demás se siente luego más contento, sobre todo al ver la mirada de agradecimiento de los que reciben la ayuda. No se puede permitir que alguien que vive a tu lado pase hambre. 
   Un testimonio real. En algún medio leí hace tiempo que, en algunas casas. los niños toman una comida al día: NO A LA DEMAGOGIA. Es la puerta abierta al populismo.
Hay un dato incontestable: El hambre se erradicaría con el 1% de lo aportado para salvar a la banca