viernes, 16 de septiembre de 2011

Extraños, raros, diferentes…e intolerantes


   Es un paso atrás aunque parezca todo lo contrario. Rivas, una población cercana a Madrid, contará con una residencia dedicada preferentemente a mayores homosexuales.
   Tolerancia cero con el entorno y meterse de cabeza en el gueto. Vale que tengan su propio territorio, sus ídolos, sus marcas… pero a este paso pedirán perros para gays, comida para gays…Y eso no es más que encerrarse en el armario y darle doble vuelta a la llave. Hace poco comentaba con una periodista muy tolerante mi extrañeza porque se convocara próximamente un congreso de periodismo gay. La misma extrañeza que sentiría si fuera un congreso heterosexual. Ella me vino a decir “es lo que hay”, confesando su impotencia. Lean la noticia y juzguen por sí mismos:


   Destila manía persecutoria y ve homofobia por todas partes. Un paso atrás y un flaco favor a todos los que luchan por los derechos de los gays.
   El momento más trascendental de un gran colectivo lo han caricaturizado con el armario. Nosotros también somos culpables de seguir la corriente a esta sociedad bienpensante. Darle vida al armario, convertirlo en un símbolo de la transición, suave o dura, al pasar de uno a otro lado, es convertirse en cómplice. Esa puerta seguirá entornada largo tiempo. ¡Quedan tantos por salir! Tantos continúan ahí dentro, encerrados en cuerpo y alma, seres atormentados que cuando salen creen respirar. A veces pienso que este armario es la trampa que nos han tendido los de moral burguesa, esos que siempre buscan mantener los secretos bajo siete llaves. No sé si me explico. Les hemos entrado al juego a estos bienpensantes y hemos convertido un mueble en el magistrado que juzga y sentencia el discurrir de este colectivo. Triste que triste me resulta esta visión…