sábado, 24 de abril de 2010

El primer empujón

   El charco de sangre se iba espesando sobre el pavimento, dejando un olor acre y dulzón en el aire. Sentado al lado del cuerpo y cogiéndole una mano que aún se movía, repetía una y otra vez: que nadie la toque, es solo mía. Un remolino de curiosos con la cobardía pintada en el rostro se mantenía a distancia mientra la hoja del cuchillo brillaba ensangrentada. El coche de policía asomó por la avenida. Juan C. la estrechó entre sus brazos y derramó un par de lágrimas. Tardé en llegar cinco minutos pero ya estaba muerta. La habían cubierto con ese plástico color oro que nunca deseamos ver. Dos policías husmeaban en los rastros de sangre. El presunto asesino, su marido, había desaparecido. Corrió como un demente en dirección al acantilado. Eso me dijo la primera persona con la que hablé. Merodeaba cerca del cadáver y se la veía con ganas de hablar. La invité a un café y al ver mi grabadora se explayó a hablar sin que le preguntara. Casualmente era la vecina del segundo, la víctima habitaba el tercero del que me dijo que día si día también le llegaba el ruido de los golpes que él la propinaba. Llegaron hace siete años. Eran una pareja encantadora. Él era un poco reservado pero ella derrochaba simpatía. Eran muy jóvenes y tenían grandes ilusiones. Tener niños lo primero de todo. Como yo soy viuda y estoy muy sola agradecí la compañía de la nueva vecina. No tardó en invitarme a su casa.
- Encarna, sube que he preparado un café muy bueno.
- Enseguida, Carmen, déjame que tienda la colada.
- ¿Y tú marido?
- No te preocupes que hoy llegará tarde. Podemos hablar todo el tiempo que quieras.
- Trabaja demasiado.
- No hay más remedio si queremos cumplir nuestros sueños.
El periodista la escucha si alterarse. Parece una historia más. Hasta ahora no tiene una idea clara de cómo escribir la crónica para que sea original y diferente. No quiere ser un vulgar gacetillero.
- Fíjese que yo al final era casi de la familia- le confiesa la vecina mientras hurga en el bolso buscando el pañuelo.
-¿Por qué la mató?
-No le encuentro explicación. Ambos eran adorables.
-Pero me dijo que la pegaba, que usted escuchaba el ruido de los golpes por la noche.
-Sí, no voy a negarlo. La maltrataba. Pero antes de eso él era una buena persona. Educado, alegre, amable, seductor, solidario, atento, respetuoso y casi no me llegan los dedos de las dos manos para los calificativos. Pero le daban prontos, ya sabe.
-¿Y ella? ¿No se quejaba?
-Claro, tampoco era una mártir. Al día siguiente me enseñaba los moratones pero pese a todo la veía feliz.
-Me está tomando el pelo. ¿Cómo feliz?
-Estaba en una nube. Seguía muy enamorada. Aunque era consciente de que el infierno se acercaba.
-Usted habló con él.
-¿Con su marido? Claro. Un día me lo encontré de frente y le afeé su conducta. Me invitó a un café. Estuvo todo el tiempo sonriente, y tan simpático que no veía en él a la persona que gritaba y golpeaba en el piso de arriba. Me dijo que no recordaba haberla pegado, que tal vez le hubiera dado un empujón, casi en broma. Como un juego de niños. Tampoco habló mucho, ya le dije que era reservado. A Carmen le dolió el primer empujón más que una paliza. Sintió que acababa de perder a su marido. Trató de olvidar el grave incidente, como si nunca hubiera existido. Pero cada vez que notaba la mano de él en su espalda se estremecía. Desde aquél día ya no pudo mirarle como antes. El cariño empezó a menguar. Ya no le quiero, se dijo. Pero aturdida desechó el pensamiento como si fuera una nube negra fruto de la ofuscación.


-Entonces, el marido le negó a usted que la pegara. ¿No es cierto?
-No lo recordaba. Al menos eso decía poniendo cara de no haber roto un plato. Ella empezó a cambiar desde el primer golpe.
-¿Qué quiere decir?
-Adelgazó de forma exagerada. Le entraban temblores y miraba para atrás como si alguien la siguiera. Sin embargo, insistía en que era feliz y hasta lo parecía.
-Pero…
-Un día me preguntó muy seria: ¿Tú crees que estoy loca? Entonces me di cuenta de la gravedad de la situación. Su marido después de aquél empujón la insultaba y se burlaba. Empezó a mostrarse insegura y ya no reía.
-¿Porqué a mí? ¿Cómo me puede estar pasando esto?
-Denúncialo, Carmen.
-¿De qué me servirá?
-Dejará de pegarte, de acosarte…
-Habré roto mi familia.
Según hablaba la mujer el periodista iba componiendo los titulares. Ya tenía pensado como empezar el texto. Nada de nueva víctima de la violencia de género, nada de la muerta hace el número ochenta y tantos. No, él necesitaba algo diferente. Era su primera crónica de sucesos y no podía fallar. Debía de llamar la atención, que los lectores percibieran algo más que el espíritu de un plumilla y sobre todo que el director fuera consciente de que estaba ante un nuevo Truman Capote. Tenía que elevar el suceso a la categoría de arte y para ello debía hacer un retrato original de la atmósfera familiar, descubrir al lector los sórdidos detalles que habitualmente se escapan y que hábilmente ocultan las parejas encantadoras.

   "Eran adorables. Él, reservado y muy trabajador. Ella, habladora y feliz. Tenían proyectos tan sencillos y naturales como tener hijos. Pero un día la relación se envenenó. Tal vez porque ella le reprochara algo, entonces él la empujó ligeramente, riéndose. Y todo empezó a rodar cuesta abajo. La mujer empezó a perder la cabeza.”
-¿Cuándo empezaron los golpes?
-Al poco de llegar.
-¿Y ella?
-Como amiga me lo confesaba todo, sin guardarse nada. Sufría ante sus inesperados ataques de ira pero no podía pararlos. No sabía como.
Encarna le da vueltas al pañuelo mientras recuerda una de tantas charlas con Carmen.
-Juan está muy susceptible, salta por cualquier tontería.
-¿Y que te dice?
-Que no puede evitarlo.
-Pero mujer…
-Luego me trae flores y me pide perdón como un perro apaleado. Y yo, tonta de mí, le perdono. Me da tanta pena. Y, además, le quiero tanto.
-Pero mujer…
-Todo se arreglará.
-Un día te matará.
El periodista observa tras el ventanal de la cafetería el cadáver tirado en la acera, cubierto por el plástico dorado.
-¿Tanto le quería?
-No lo sabe usted bien. Si los viera por la calle. Ella iba cogida del brazo y le miraba como si fuera el único hombre en la tierra. Se querían mucho, esa es la verdad.
-Hay amores que matan.
-Y tanto.
- Sabe, tenía un diario. Escribía todos los días. Lo empezó el día en que él le dio el primer empujón. Era su vía de escape.
-¿Lo tiene usted?
-Me lo entregó la difunta cuando intuyó que podía ser el final. Pero no se lo puedo dar así como así.
-No la comprendo.
-No se haga el tonto. Quiero dinero.
El periodista echa mano de la cartera y saca unos billetes. Ella los mira ruborizada.
- Esto es lo más que estoy autorizado a darle.

Diario atribuido a Carmen
“ Hoy me ha hecho perder el equilibrio. Está enfadado y la paga conmigo. Dice que le he defraudado y que sólo soy escoria. No acabo de entenderle. Hago lo mejor que puedo lo que me pide. Él me golpea. Pese a todo le quiero con toda mi alma. Sin él, me volvería loca. Creo que empiezo a perder la cabeza. Tal vez él tenga razón y soy tonta, una nulidad, un desecho como me llama escupiendo las palabras. Siento que la felicidad se me escapa…”
Cuando leí lo que el periódico decía de mi hija estuve tentada de estrangular a ese periodista. Lo pensé mejor y cuando me llamó por teléfono en busca de carnaza- ¡para qué si no iba a llamarme!- le dije que aceptaba una entrevista. Era la única oportunidad que tenía de devolver a mi hija el honor perdido. El muy canalla había escrito que estaba perdiendo la cabeza. ¿Quién va a creer a una loca? Con lo sensata que siempre ha sido mi hija. Y hasta se ha atrevido publicar un diario atribuido a mi niña. Me dio el pésame, cohibido, mientras me entregaba un ramo de flores. Pero yo sé que éstos periodistas vienen ya muy aleccionados para hurgar en la miseria.
-¿Estarás contento de lo que estás contando? Todas esas mentiras sobre mi pobre hija me están haciendo mucho daño.
-Señora, yo he indagado y escribo lo que sus allegados me han contado.
-Mi hija no era de contar su vida a extraños. Para sus cosas era muy reservada.
-Tenía motivos para desahogarse. Y lo hizo con una vecina.
-Nunca me dijo que tuviera una amiga en el edificio.
-Encarna me comentó que era la mejor amiga de su hija.
-Yo la visitaba con frecuencia y mi hija nunca mencionó a ninguna Encarna. Ninguna vecina apareció por la casa. Mi hija con quien de verdad se confesó fue conmigo, con su madre. Las madres somos las únicas que, en casos así, podemos dar apoyo y consuelo. Y también ejemplo por lo que hemos pasado.
-¿Qué quiere decir?
-Antes de que se hablara de la violencia de género yo la padecí en mis carnes.
-¿Su marido le pegaba?
-Y antes mi padre. Entonces era así. Debería saberlo. Si llegaba tarde a casa era una puta para mi padre. Si lo hacía cuando vivía con mi marido, porque me quedaba un rato con las amigas, más puta todavía.
-Entiendo.
-Perdone, pero no creo que entienda nada. Mi hija empezó a vivir ese ambiente desde pequeñita. Lo que no esperaba la pobre es que su marido fuera otro de tantos.
-Todos perdemos los nervios alguna vez. Se nos escapa un cachete…
-No sea majadero. Mi hija ha pasado un verdadero calvario y ahora encima la está vilipendiando.
-La entiendo. Está molesta.
- Pues no lo parece cuando escribe lo que escribe. A ver qué publica ahora de todo esto. Si he consentido en verle es para limpiar el honor de mi hija. Ella nunca le provocó ni le dio argumentos para que la maltratara. Y además si lo hubiera hecho no es para responder como él lo hizo. La pobre no pudo entender dónde se metía. Con la primera bofetada el mundo se le cayó encima.
- No es lo que dice en su diario.
- Ahí quería llegar yo. Tenía un diario, sí y me lo entregó para que lo guardara bajo siete llaves si algo le pasaba. Ese diario que publica su periódico es inventado. Esa no es la letra de mi hija.
- ¿Entonces?
- Se ha dejado engañar por una mujer necesitada de protagonismo. Y tal vez haya dinero por medio. Usted es un pobre imbécil. Nos veremos en los tribunales.
 El periodista, recién casado, es interpelado por su mujer a la hora del desayuno.
- He leído tu crónica de sucesos. Me parece una canallada.
- No te entiendo.
- Has denigrado a esa mujer. Además de muerta, difamada. No sabía que fueras tan rastrero. ¿Cómo puedes calificar de loca a alguien que ya no puede defenderse?
- Pero que sabrás tú de esta historia si hasta el director me ha felicitado.
- Y con eso limpias tu conciencia. El director es otro patán que sólo busca vender más periódicos.
- ¡Cállate imbécil! La mesa tiembla ante la violencia del puñetazo.
- Sí, vete a la calle. A ver con que nuevas mentiras regresas. Después de llamar insistentemente al segundo piso le abre la puerta una señora mayor.
- ¿Encarna?
- Aquí no vive ninguna Encarna, hijo mío. Usted pregunta por la maltratada.
- ¿Cómo la maltratada?
- Sí, joven. Encarna es famosa en el barrio porque perdió la cabeza por las palizas de su marido. La pobre estaba muy enamorada. Fue la primera maltratada de la que tuvimos conocimiento en el barrio. Nunca se recuperará. Y lo triste es que sigue pensando que le quiere. Y hasta espera su regreso.
- Me habla de una mujer de unos cuarenta años, rubia y menuda, con unos grandes ojos verdes.
- ¿De quien si no?
El periodista solo se hace una pregunta: ¿Cuántas personas pueden deambular en torno a un cadáver y presentarse como su íntimo? Diario de Carmen (entregado a su madre) “ Creo que nunca me recuperaré. Lo del empujón es lo de menos, lo que me duele es que este lamentable incidente nos separará para siempre. Yo no voy a soportar que esto me suceda. No quiero ser una nulidad. Lo último que quiero es acabar en una casa de acogida. Si ahora me dejo machacar difícilmente podré levantar cabeza. No recuerdo que prendió la chispa, sólo que estoy en un incendio. Y no me siento bien…”

Epílogo Querida, debe quedarte muy claro: contigo voy a aplastar hasta la última brizna de hierba. No es un aviso sino una amenaza: clara y rotunda. Luego que no digan los de siempre que me querías hasta la muerte y que nunca te creíste pudiera llegar hasta el final. Para que lo sepas, guardo un álbum de todas, he conseguido su retrato de la televisión –de los benditos programas del corazón- o de los periódicos. Todas las noches me entretengo en ponerlas en un panel y observaros detenidamente. Y he llegado a una sabia conclusión: os lo merecéis. Vuestro rostro parece que lo está pidiendo y es que ya son muchos años de aguantaros a vosotras, a nuestras madres, a las abuelas. Llega un momento en que la válvula a presión se dispara y actuamos. Y lo hacemos con todas las consecuencias- no nos importa perder la vida- y a conciencia. Muy pocas veces erramos. Desde pequeños nos han enseñado de vuestra debilidad y de vuestras malas artes para conjurarnos. No creas que estoy solo. Somos ya un ejército. El día que nos juntemos incendiaremos hasta las piedras que os dan cobijo. Sé que contáis con poderosos cómplices pero de nada os servirán. Ya habréis comprobado que somos inmunes a órdenes de alejamiento, pulseras electrónicas y demás artilugios. Y es que cuando queremos algo vamos a por ello. Sin pararnos en nada. Y más todavía cuando sois tan insolentes de mostraros tan vivas y erguidas. ¡De rodillas! Ese debe ser vuestro destino. Y aún después de muertos, tenemos ganada la batalla. (Carta manuscrita del marido, encontrada entre las pertenencias de la muerta)

El circo mediático

En 2009 las confesiones de los parados coparon portadas de periódicos y revistas y las horas de mayor audiencia (prime time) en televisión. Una cadena privada ha recluido en una jaula (perdón plató televisivo) a presuntos representantes de la generación Ni-Ni (ni estudia ni trabaja). El más duro de corazón, el que más lágrimas de cocodrilo haga derramar a su familia, tendrá más posibilidades de ser ‘rehabilitado’. Un equipo de psicólogos se encargará de sacarle del infierno en que ha convertido su vida. Trabajará o volverá a estudiar y será un hombre de provecho.
Los parados son expuestos en la plaza pública, desnudados sin pudor, sin respetar su intimidad, ni tener en cuenta que a veces hablan para librarse de sus demonios. A las puertas de las oficinas de empleo se recogen a vuela pluma testimonios, sin tiempo para la reflexión o el análisis. El drama es lo que cuenta. Cuanto más desgarrador tendrá más lectores: “en su casa, hoy sólo entran sus 200 euros, el sueldo de su madre como limpiadora y el subsidio por desempleo que desde hace seis meses cobra su padre. Pero este último ingreso va a reducirse en breve.”
En la crisis del 93 empezaron a menudear en España los trabajadores que ofrecían un riñón por un puesto de trabajo. En 2009 hubo ciudadanos dispuestos a vender o donar una parte de su cuerpo (órganos, pelo, esperma…) por dinero. La asfixiante situación económica que padecían era la coartada. La asociación de consumidores Facua denunció la existencia de portales de Internet con anuncios de venta de órganos. Como en la plaza del mercado los parados ofertan la venta de riñones, pulmones y hasta médulas. Solicitan desde 15.000 euros hasta un millón. Un desempleado, a cambio de formar parte de una muestra en la que se exhiben doce cadáveres, cancelaba la hipoteca de 220.000 euros. Hay circo para rato.

Explota la gallina de los huevos de oro

Desde el principio las fases de actuación son previsibles en un negocio que, jaleado por todos los actores, es otra gallina de los huevos de oro.

Como en ‘boom’ anteriores (punto.com, inmobiliarias…) se percibe en las energías renovables un lento repliegue de posiciones (cierres, inversiones ralentizadas) a la par que una expansión descontrolada de consecuencias impredecibles. La conclusión de los expertos es que hay demasiada exposición en un negocio recalentado.
Todo empezó en los 90. Los emprendedores encontraron un nicho de negocio en los huertos solares. Una década después las grandes compañías, tras encargar planes de viabilidad, iniciaron una agresiva política de inversiones, comprando instalaciones en marcha, en muchos casos con fuerte apalancamiento. No tardó en aparecer la primera oleada especuladora. En 2004 los intermediarios se embolsaron 2.000 millones de euros revendiendo concesiones. Por término medio, las reventas generaron en Galicia más de un millón de euros por megavatio de concesión.

Con el mercado en plena ebullición, se inicia el desembarco de las multinacionales españolas: Acciona e Iberdrola Renovables se posicionan mediante agresivas compras (Opas incluidas) como líderes mundiales; Gamesa y Abengoa exportan su tecnología por todo el mundo; Santander y BP crean el mayor proyecto de energía solar de la UE. España es el líder global y modelo a seguir, anuncia el presidente Obama. Pero los americanos ya tienen preparada la estrategia para ser los nuevos líderes mundiales a medio plazo.

Todo parece estar a favor: hay generosas ayudas externas (hasta 49.000 millones de euros contempla el Plan de Estímulo de Estados Unidos) y subvenciones domésticas (30.000 millones de euros se llevan concedidos en España en los últimos ocho años). Además del apoyo financiero y mediático, hay bendición para las ‘energías limpias’. Representan la gran alternativa a las energías fósiles y la solución al impacto ambiental: con su puesta en marcha se evitará la emisión a la atmósfera de millones de toneladas de CO2.
El mercado pese a los cantos de sirena empieza a ver las orejas al lobo: Renovalia, Eolia y T-Solar ralentizan o frenan la salida a la Bolsa para captar nuevos capitales. Iberdrola Renovables, punta de lanza de este negocio (desembolsó 17.100 millones euros por la compra de la británica Scottish Power) alerta sobre la caída de la demanda (4,5% en España en 2009) y de los precios. La crisis de Isofotón, referente de la energía solar, el cierre sorpresivo de las plantas de BP Solar y otras compañías del sector durante 2009, suponen el primer aviso para navegantes: mala gestión, riesgos no calculados, inestabilidad ante cambios regulatorios y jurídicos y acuciantes dificultades de financiación.

El mercado empieza a estar sobresaturado: no hay día que no aparezca en el Borme la constitución de una nueva compañía ansiosa por participar en lo que consideran un lucrativo negocio. Esta proliferación dificulta la supervivencia de las empresas de fabricación de equipos y componentes asociados a estas tecnologías. Los ‘chiringuitos’ de renovables con su aparición perjudican la imagen del sector.

Empiezan a estar claras las líneas rojas que cuestionan el negocio:
 La agresiva inversión en Renovables pone en peligro la sostenibilidad financiera.
 Las subvenciones/primas deberán recortarse ante el galopante aumento del déficit público.
 El cambio de la normativa genera desconfianza e inseguridad en los inversores.
 Los desequilibrios entre el coste de producción y el precio perjudicarán al consumidor.
 La sobreproducción genera importantes distorsiones.

Actualmente más de un centenar de grandes empresas españolas copan los mercados exteriores. Sólo las seis más importantes han invertido más de 27.000 millones de euros en activos fuera de España. Demasiada exposición para un negocio ‘fácil’ (es una tecnología muy accesible) y con un valor añadido relativo.

El ‘boom’ de las Renovables tiene fecha de caducidad. Se espera la explosión, esta vez lenta y ‘controlada’, de una nueva burbuja.

El paro mata (2)

...Uno puede basarse en conjeturas o sospechas más o menos acertadas. Pero está tentado de claudicar ante la falta de evidencias o pruebas confirmatorias. De entrada psiquiatras y psicólogos siempre buscan un trastorno mental en el suicida antes que un problema laboral. Sin embargo varios profesionales españoles, desde profesores a médicos y enfermeras, coinciden en la revista Cuidados* en subrayar la relación entre las conductas suicidas y el desempleo. Aunque matizan que el riesgo atribuible al suicidio es sólo del 7,3%.; es decir, vienen a sugerir para nuestra tranquilidad que la situación de desempleo contribuye en una pequeña medida al desencadenamiento del acto suicida. Sin embargo, un estudio llevado a cabo por médicos de la Facultad de Medicina de Wellington (Nueva Zelanda) aunque baja el riesgo atribuible al suicidio al 6%, pone de relieve como los desempleados triplican sus probabilidades de suicidarse. En Noruega, consideran entre los grupos con elevado riesgo de comportamiento suicida las personas desempleadas. Este es un caso no contemplado abiertamente en España. Pero menudean las pistas. Esta semana el sindicato vasco LAB denunciaba el aumento que se registra de casos de suicidio, depresión e infartos por el denominado "síndrome de la crisis" económica, que está generando un problema de salud en la clase trabajadora. Su secretaria general, Ainhoa Etxaide, y su responsable de Salud Laboral, Ibon Zubiela, han reclamado un "cambio" en las instituciones vascas y en sus responsables para hacer otras políticas de prevención y seguridad laboral, asegurando que tratar con las actuales es "darse contra una pared" porque "sistemáticamente" ignoran el problema y sus soluciones.A este llamamiento va unida esta reflexión del sociólogo Enrique Gil Calvo (El País/23/04/10): "al perder su trabajo, los varones se sienten desarraigados, desposeídos de su identidad pública y privados de una función social que ejercer, lo que les produce un difuso malestar que eleva su probabilidad de contraer enfermedades, a veces mortales".
En nuestro país varios ciudadanos se han quemado a lo bonzo por no encontrar trabajo. Todos eran inmigrantes y se les vio arder como teas ante la pantalla del televisor. En Internet tecleando ‘ciudadano rumano se quema a lo bonzo’, todavía se pueden ver las duras imágenes que dieron como noticia de impacto los informativos de todas las televisiones y que, desgraciadamente, han pasado a ser un divertimento para algunos ciberciudadanos. ‘Rumano a la parrilla’ titulaba un internauta tras colgar el video en el que se veía desnudo de cintura para arriba a Marian Mitrita rociarse con gasolina ante sus familiares. La dramática situación económica que le aquejaba fue el detonante. Fue el acto de un desesperado pero muy meditado… Un año antes un senegalés de 32 años ardía en una céntrica calle del Sur de España. O.D. había solicitado la regularización de su situación en España pero al parecer le fue denegada por las autoridades. Organizaciones humanitarias denuncian los trastornos psicológicos que pueden sufrir los inmigrantes y aluden al ‘síndrome de Ulises’ para tratar de explicar su incapacidad de adaptarse al nuevo entorno. Ulises añoraba su tierra de origen Ítaca pero se veía imposibilitado de volver a ella.
En diciembre del 2000 la prensa daba cuenta de cómo 27 inmigrantes marroquíes encerrados en la comisaría central de Málaga —después de haber llegado a España hace dos días en patera y ante la perspectiva de ser trasladados a Ceuta para ser posteriormente expulsados a su país—prefirieron prender fuego a los calabozos antes que permitir su expulsión. Cuatro murieron. En noviembre de 2009 un hombre de origen magrebí intentó quemarse a lo bonzo frente a la sede de Comisiones Obreras de la capital balear. Cabe preguntarse el porqué del dramatismo con que los inmigrantes ponen fin a su vida. Con esta brutal exhibición pública buscan dejar testimonio de la injusticia. Al igual que los mártires invocan su dignidad para llevar a cabo su terrible acción…(continuará)