jueves, 20 de mayo de 2010

Estado de ánimo

   Estado de ánimo y bolsillo nunca han ido tan unidos en la cabeza y el corazón de los españoles. En el hogar hay que rendir cuentas cada día. De pronto suena el teléfono y es un empleado del banco para recordar, no siempre en tono cordial, el atraso en el pago de la hipoteca, un descubierto en la cuenta o el anuncio de la cancelación de la tarjeta de crédito. A la segunda llamada el encargado de cobros de la compañía de seguros en plan investigador privado interroga por qué no se ha abonado la cuota del seguro de vida en el plazo previsto. ¿Sabe usted que el banco ha devuelto el recibo? El ciudadano de a pie sometido a tan denigrante interrogatorio niega la mayor y se pregunta porque le llaman por teléfono a las nueve de la noche en lugar de enviar una carta que es el conducto habitual. El empleado le aconseja que apunte el número de cuenta donde puede ingresar el recibo pendiente.


   “La economía no es sólo dinero, es un estado de ánimo”, respondió el presidente Zapatero en “Tengo una pregunta para usted”, el popular programa de televisión española. Fue a finales de enero de 2009. Desde entonces el estado de ánimo de los españoles, medido en términos psicológicos ha caído en barrena. El trabajo es el único bien que poseen millones de personas y su pérdida es una tragedia para el que la sufre. Haber contado una situación previa de bonanza económica agrava el problema, ya que los que van al paro arrastran deudas contraídas en la etapa de vacas gordas, a las que ahora difícilmente pueden hacer frente.