jueves, 12 de agosto de 2010

Jóvenes ninguneados

   A finales de 2009, el 13 por ciento de la población joven mundial de entre 15 y 24 años (o lo que es lo mismo, 81, 2 millones de personas, una cifra similar a la de los habitantes actuales de Alemania, de 620 millones en total) y con capacidad para trabajar se encontraba sin empleo, según el informe «Tendencias del Empleo Juvenil» que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) . Ello provoca, según el citado estudio -en interpretación del ABC-, un aumento de los disturbios sociales y del crimen y la violencia.

   Los jóvenes están siendo ninguneados en España y etiquetados de todos los colores. “El otro día nos juntamos un grupo de amigos para hablar de nuestras experiencias tras acabar la carrera. Juan estaba trabajando sin contrato, Luis aún lo tenía peor, ya que estaba trabajando para la misma empresa gratuitamente desde hacía tres meses con la excusa de estar haciendo las prácticas de un master que le había costado 6.000 euros. Lucas, con 30, lleva tres trabajando para la Administración a mitad de precio como becario, sin cobrar dietas ni contar en el paro..." (extracto de una carta al director)

    ¿Cuántos jóvenes trabajan gratis en España? Los contratos basura que tan alegremente se firman en España siembran la alarma en Europa. Miles de jóvenes malviven con contratos basura, trabajando un mes, otro no, una semana, otra no… Con una tasa de temporalidad laboral superior al 30%, más del doble de la media europea, España es la campeona continental de los contratos eventuales. "Mucha gente no sabe qué va a ser de su vida el mes que viene, si podrá renovar su contrato, si podrá pagar el alquiler o la hipoteca... Vivir así es como llevar la fecha de caducidad en la nuca", explica la responsable de una fundación dedicada a la colocación de desempleados.

   Hace unos años jóvenes investigadores de toda España, tratados como becarios, mostraron el culo a los fotógrafos para denunciar las miserables condiciones en que trabajan. En España se calcula que hay millón y medio de becarios “Soy becaria de formación en la Administración General del Estado y ocupo de soslayo un puesto de trabajo que oficialmente no se reconoce como tal. Esto supone, entre otras cosas, que, aunque me siente en un despacho sembrado de funcionarios, comparta horario y comedor con ellos y me dedique a preparar intervenciones e informes para cargos públicos, no tengo derecho a cotizar en la Seguridad Social (aunque parezca mentira, tampoco lo tenía siendo becaria dependiente del Ministerio de Trabajo, y la Administración compensaba el desliz pagando un seguro privado). Con todo, entenderá que me irrite ver cómo, en las últimas horas, el personal (ellos sí forman parte de la plantilla) del Banco de España y del Gobierno se enzarzan públicamente por la ampliación legal de la edad de jubilación, cuando mientras tanto miles de jóvenes treintañeros híper titulados aspiramos a entrar en el circuito de las cotizaciones y dejar por fin nuestro particular limbo legal. ¿Por qué, con la neurosis de la crisis y la sombra de la extinción del sistema de pensiones irrumpiendo en la escena pública cada dos por tres, a nadie le ha dado aún por proponer la regularización de miles de becarios-precarios en activo, que debían llevar cotizados ya unos cuantos años de actividad productiva sumergida? Todo un despropósito.” Es el testimonio de B. G. F. una joven que no oculta su frustración y su rabia.

Generaciones perdidas.- Les llaman la ‘Generación Cero’. Tienen menos de 30 años, pocas oportunidades y la mala suerte de haber terminado sus estudios en plena recesión económica. Por cada oferta de trabajo que descubren hay 200 aspirantes. “Sin saberlo, yo formé parte de una generación cero, no por perder mi puesto; simplemente, no pude empezar a trabajar", señala uno de los jóvenes afectados. Les apoda la revista Time ‘Generación Decepción’, tienen menos de 20 años y soñaban con hacerlo mejor que sus padres pero sufren serios reveses. Con humor se le ha bautizado como ‘Generación Tapón’: si destacas, al rincón Nunca llegarás arriba porque los que mandan, gente acomodada, gris y antigua, ejercen de barrera. Nunca llegarás arriba porque tienen miedo a las innovaciones, al talento, a que les quites el puesto. En síntesis, esa es la situación en que, afirman los implicados, vive la Generación Tapón, supervivientes de la segunda fila de la que forma parte Manuel Duarte, ex becario, ex contratado temporal y estudiante de un nuevo posgrado. No estamos hablando de ese becario que la empresa destina a llevar cafés y a hacer fotocopias; mas al contrario, “se trata de profesionales preparados que toman decisiones y hacen correctamente su trabajo pero que chocan con el muro insalvable que colocan los de arriba”. Y el problema añadido, asegura Duarte, de sufrir esa barrera, es tener que aguantar que quienes toman las decisiones “se apropien de nuestras ideas, proyectos y trabajos o se mofen de lo que producimos”. En otros países, como es el caso de Estados Unidos, al que destaca le aplauden y le recolocan para que sus habilidades vayan en consonancia con su puesto de trabajo”, sostiene el bloguero y periodista de La Voz de Galicia Nacho de la Fuente.

   No estudian, muchos de ellos porque dejaron demasiado pronto de hacerlo, y tampoco trabajan, porque no buscan o porque no encuentran. El caso es que España es uno de los países donde hay más jóvenes que ni estudian ni trabajan, según un informe hecho publico por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En una comparación entre 19 países de la Unión Europea y Estados Unidos, España, con casi un 14% de población entre 16 y 24 años en esa situación, es el cuarto país por la cola, sólo por delante de Italia (cercano al 18%), Eslovaquia y Reino Unido. ‘Generación Ni-Ni’ (ni estudian, ni trabajan) es el término acuñado por José Luis Barbería en El País cuyo semblante trazaba de esta manera: el 54% de los españoles situados entre los 18 y los 34 años dice no tener proyecto alguno por el que sentirse especialmente interesado o ilusionado. ¿Ha surgido una generación apática, desvitalizada, indolente, mecida en el confort familiar? Los sociólogos detectan la aparición de un modelo de actitud adolescente y juvenil: la de los ni-ni, caracterizada por el simultáneo rechazo a estudiar y a trabajar.