viernes, 30 de abril de 2010

Teoría de los grifos

Entre el despilfarro y la austeridad había antes lo que se denominaba comportamiento cívico. Uno actuaba respetando el equilibrio en la naturaleza y en las cosas. Ahora los términos se han trastocado. Desde el Gobierno se adjetiva de austeridad el recorte de gastos en varios departamentos (se pone una medalla), pero al tiempo despilfarra (lo que no reconoce abiertamente) en campañas de autobombo que a nadie benefician. Hasta el punto de que tanto Zapatero como Rajoy han reconocido que la imagen de España en el exterior no es buena.




En el Gobierno disfrutan con la teoría de los grifos. Abren desmesuradamente el del subsidio (más de 34.000 millones de euros) que no deja de ser 'pan para hoy y hambre para mañana' y cierran el del acceso al crédito (axfisiando a pymes y autónomos) y el de la innovación, desperdiciando talentos.

jueves, 29 de abril de 2010

La magnitud de la tragedia

En fila por las carreteras de España los 4.612.700 de parados contabilizados el pasado 27 de abril por el INE (Instituto Nacional de Estadística) se verían obligados a traspasar las fronteras y ocupar Francia y Portugal. Si les regaláramos una entrada llenarían los campos de fútbol de todas las provincias españolas (de primera, segunda, tercera división y los de barrio), todas las plazas de toros (de grandes ciudades y pueblos), cines y teatros. Cuatro millones y medio de parados ocuparían la mitad de Andalucía, las dos terceras partes de las ciudades más pobladas de España, Madrid o Barcelona, incluso la suma de comunidades autónomas como Castilla y León y Murcia o País Vasco y Canarias.

miércoles, 28 de abril de 2010

Un despido improcedente

Cualquier motivo es válido para el despido. El jefe siempre tiene razón aunque esté equivocado. Así queda demostrado en el siguiente fragmento:

“En el año 1795 un astrónomo que trabajaba como ayudante en el laboratorio de Greenwich perdió su empleo al descubrir su superior que los tiempos de paso por el meridiano que marcaba él mismo llevaban sistemáticamente 0,5 segundos de adelanto sobre los de su ayudante. Por supuesto, el superior supuso que los suyos eran correctos y erróneos los del ayudante”.
Historia de la Psicología, Thomas Hardy

martes, 27 de abril de 2010

Las canas del desencanto

Hoy los periódicos cuentan que hay más de un millón de españoles de 45 años en paro. Como es habitual dan un perfil simple y anodino. No entran al trapo de la realidad. Otros sí lo hacen. Lean estas reflexiones:

 “No te sientas culpable. ¡Permanece en pie!”, es el consejo que ofrece Jean-Louis Cianni, ex parado, autor de ‘La filosofía, un remedio contra el paro’. Pero transitar este camino lleno de espinas no es fácil. Y así lo reconoce. “Primero sientes que eres un muerto social: ya no eres nada para nadie, y acabas por no serlo ni para ti mismo. Y de ahí derivan una serie de males conductuales, psíquicos y hasta físicos”, rememora. A los 49 años se encontró sin trabajo, con tres hijos, esposa con empleo a tiempo parcial y quince años de hipoteca por pagar. Era su primera vez en dique seco. Todos los males fueron aflorando: achaques físicos, frustración, depresión, soledad... Jean-Louis recuerda esas horas desesperantes como una experiencia que lo paralizó como si un escorpión le hubiera clavado el aguijón mortal. “Me hundo en mi sillón y me entrego a mi inactividad”. Excluido de la sociedad le invadió el sentimiento de no ser nada.


Se ve protagonista de un drama que los demás ignoran, una postura que agrava todavía más su aislamiento. Expulsado de un cargo en el que se sentía útil, se enfrenta al espejo y tiene la sensación de no servir para nada y para nadie. Siempre a la defensiva y con los nervios a flor de piel, la culpabilidad se va acentuando.

“El parado sufre mucho, se convierte en un naufrago cuando no encuentra apoyo emocional y social en los demás y estamos obligados a prestarle ayuda”, sostiene el psiquiatra Alonso-Fernández. Aunque la pérdida de la autoestima y la depresión acosan al parado este tiene que dejar de lamentarse y echar balones fuera. Expertos y manuales de autoayuda (no todos son frívolos y superficiales) coinciden en que la fe en uno mismo y en sus posibilidades es lo primero con que tiene que contar un parado. Cada cual debe escoger en qué se apoya para dar el salto.

lunes, 26 de abril de 2010

Golpear mortalmente la autoestima

“...¡Dios sabe –pensé- si todo esto me servirá para buscar una colocación! Estas múltiples repulsas, estas vagas promesas, estos “no” secos, estas esperanzas tan pronto nacidas como desvanecidas, estas nuevas tentativas que a cada instante se convertían en nada, habían consumido mi animosidad...”

Hambre/Knut Hamsun


200 veces no. Lo mismo da que fueran dos negativas. Golpear la autoestima del desempleado se ha convertido en un deporte nacional. Vicky Harrison (hoy noticia volátil en los diarios y pasto de la prensa amarillista) dejó una nota: "No quiero seguir siendo yo misma". Que triste mirarse al espejo y repudiarse. Hasta llegar al umbral del suicidio el desempleado recorre un dramático itinerario. El parado se desdobla entre el que era (aparentemente feliz cuando tenía empleo) y el que es (infeliz). Expulsado del mercado de trabajo deja de ser quien es (se convierte en un no trabajador). La autoestima es la gran pérdida. Transitar este camino no es fácil.
   El trabajo suele ser la fuente de casi todas las relaciones, incluida la amistad. El nuevo parado se castiga duramente: me he fallado a mi mismo. Al principio no le resulta fácil eludir las relaciones de familia (el hogar puede convertirse en un infierno), ni ausentarse a las citas con los amigos de toda la vida (aunque piense no me quieren a su lado, soy un apestado) ni cumplir ciertas convenciones sociales. Pero finalmente, desanimado, termina por volatilizarse de su entorno habitual. Derrotado anímicamente opta por marginarse y recluirse. Termina por convertirse en el ‘parado invisible’

Se suicida tras ser rechazada en 200 solicitudes de trabajo

Una joven británica de 21 años de edad se ha suicidado después de que la rechazaran en más de 200 solicitudes de trabajo. Vicky Harrison había soñado con una carrera como maestra o productora de televisión, pero perdió la esperanza de cumplir sus sueños, aseguró su familia. Un día después de su último rechazo, dejó escritas unas desgarradoras cartas a sus padres y a su novio, diciendo: "no quiero ser yo más", tras lo cual tomó una sobredosis de pastillas. Su muerte el mes pasado puso de relieve, según publica el Daily Mail, «el costo humano del más alto nivel de desempleo desde mediados de la década de 1990». (Recogido por ABC/25/04/10 a las 23:09).

Ahora hay que ahondar en las razones para que llevara a cabo tan trágica acción e incidir de nuevo en los presuntos trastornos mentales que, de entrada, se achacan siempre a quien decide acabar con su vida.

domingo, 25 de abril de 2010

Movilizaciones en la Red


En Grecia la muerte de un joven de dieciséis años por disparos de la policía (6.12.08) hizo reaccionar a la juventud. El mundo se enteró de la frágil situación del país heleno: sueldos menos que mileuristas, y sin horizonte laboral. La difusión de la revuelta griega a través de Europa contó con una correa de transmisión excepcional: Internet.
“O nos levantamos, o nos comerán a nosotros y a nuestros hijos. Es hora de imitar a Grecia”, alientan jóvenes españoles en la Red. En los foros, refugiados en el anonimato, se insulta a altos cargos del Gobierno, se vierten consignas criminales y muchos desencantados dan rienda suelta a sus instintos más bajos.
En Internet se registra en directo el gran estallido del descontento. La Red permite coordinarse entre sí, establecer conexiones entre diversos territorios y planificar actuaciones conjuntas.
Conscientes de la gravedad de la situación desde el Ministerio del Interior se rastrean los foros y se mantiene bajo vigilancia a los líderes antisistema.

El paro mata (y 3)

Durante la depresión del 29 en los Estados Unidos, los ricos se arrojaban desde las azoteas, la clase media se suicidaba mediante la soga o el gas, los pobres se consumían lentamente de inanición. Setenta años después hay ciudadanos que eligen poner fin a su vida al perder el puesto de trabajo. Un estudio referido a varios países, publicado en el verano de 2009 en la versión digital de la revista The Lancet, revela como la crisis económica provoca un aumento del número de suicidios. Según David Stuckler, de la universidad inglesa de Oxford, y Martin McKee, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, el paro es una de las causas principales del incremento de esas muertes, por lo que es clave poner en marcha programas de formación y reinserción laboral que ayuden a mitigar los efectos adversos. Ambos revelan cómo las diferentes crisis económicas sucedidas en las últimas tres décadas han afectado a la mortalidad en 26 países de la Unión Europea (UE).
Aunque no puede ligar certeramente causa y efecto el estudio difundido por The Lancet apoya la tesis de que las dificultades económicas, y en particular el paro, guardan una relación directa con el incremento de los suicidios. Por cada 1% de aumento del desempleo en los países analizados, ascendían un 0,8% los suicidios entre menores de 65 años. Las reacciones a la pérdida del empleo variaban según las poblaciones, y estaban muy ligadas a los sistemas de protección social. Tal es así que en los países de Europa Central y del Este, donde hay menos ayudas contra el paro, la población está más expuesta a problemas de salud cuando el desempleo aumenta drásticamente.

Estados Unidos sufrió una fuerte epidemia de paro a comienzos de la década de los ochenta para la que el país no estaba preparado y sus consecuencias fueron dramáticas: por cada 1% que aumentaba la tasa de desempleo se producían 60.000 muertes prematuras, 6.000 ingresos en centros psiquiátricos y 2.000 suicidios. Un estudio firmado por investigadores de la Universidad de Tecnología de Berlín (Alemania), presentado en Bruselas por miembros del Parlamento Europeo, indica que los países con más tasa de paro son los que presentan una mayor tasa de mortalidad. En esta negra estadística hay un dato escandaloso: en Japón un parado se suicidó cada 15 minutos entre marzo y mayo de 2009 debido a la pérdida de empleo, según el rigor habitual con que informa El Mundo. Un mero ejercicio de cálculo arrojaría 8.640 suicidios en el trimestre citado.

(Espero que estas tres informaciones empiecen a concienciar sobre un problema oculto por los Medios de Comunicación en España)

sábado, 24 de abril de 2010

El primer empujón

   El charco de sangre se iba espesando sobre el pavimento, dejando un olor acre y dulzón en el aire. Sentado al lado del cuerpo y cogiéndole una mano que aún se movía, repetía una y otra vez: que nadie la toque, es solo mía. Un remolino de curiosos con la cobardía pintada en el rostro se mantenía a distancia mientra la hoja del cuchillo brillaba ensangrentada. El coche de policía asomó por la avenida. Juan C. la estrechó entre sus brazos y derramó un par de lágrimas. Tardé en llegar cinco minutos pero ya estaba muerta. La habían cubierto con ese plástico color oro que nunca deseamos ver. Dos policías husmeaban en los rastros de sangre. El presunto asesino, su marido, había desaparecido. Corrió como un demente en dirección al acantilado. Eso me dijo la primera persona con la que hablé. Merodeaba cerca del cadáver y se la veía con ganas de hablar. La invité a un café y al ver mi grabadora se explayó a hablar sin que le preguntara. Casualmente era la vecina del segundo, la víctima habitaba el tercero del que me dijo que día si día también le llegaba el ruido de los golpes que él la propinaba. Llegaron hace siete años. Eran una pareja encantadora. Él era un poco reservado pero ella derrochaba simpatía. Eran muy jóvenes y tenían grandes ilusiones. Tener niños lo primero de todo. Como yo soy viuda y estoy muy sola agradecí la compañía de la nueva vecina. No tardó en invitarme a su casa.
- Encarna, sube que he preparado un café muy bueno.
- Enseguida, Carmen, déjame que tienda la colada.
- ¿Y tú marido?
- No te preocupes que hoy llegará tarde. Podemos hablar todo el tiempo que quieras.
- Trabaja demasiado.
- No hay más remedio si queremos cumplir nuestros sueños.
El periodista la escucha si alterarse. Parece una historia más. Hasta ahora no tiene una idea clara de cómo escribir la crónica para que sea original y diferente. No quiere ser un vulgar gacetillero.
- Fíjese que yo al final era casi de la familia- le confiesa la vecina mientras hurga en el bolso buscando el pañuelo.
-¿Por qué la mató?
-No le encuentro explicación. Ambos eran adorables.
-Pero me dijo que la pegaba, que usted escuchaba el ruido de los golpes por la noche.
-Sí, no voy a negarlo. La maltrataba. Pero antes de eso él era una buena persona. Educado, alegre, amable, seductor, solidario, atento, respetuoso y casi no me llegan los dedos de las dos manos para los calificativos. Pero le daban prontos, ya sabe.
-¿Y ella? ¿No se quejaba?
-Claro, tampoco era una mártir. Al día siguiente me enseñaba los moratones pero pese a todo la veía feliz.
-Me está tomando el pelo. ¿Cómo feliz?
-Estaba en una nube. Seguía muy enamorada. Aunque era consciente de que el infierno se acercaba.
-Usted habló con él.
-¿Con su marido? Claro. Un día me lo encontré de frente y le afeé su conducta. Me invitó a un café. Estuvo todo el tiempo sonriente, y tan simpático que no veía en él a la persona que gritaba y golpeaba en el piso de arriba. Me dijo que no recordaba haberla pegado, que tal vez le hubiera dado un empujón, casi en broma. Como un juego de niños. Tampoco habló mucho, ya le dije que era reservado. A Carmen le dolió el primer empujón más que una paliza. Sintió que acababa de perder a su marido. Trató de olvidar el grave incidente, como si nunca hubiera existido. Pero cada vez que notaba la mano de él en su espalda se estremecía. Desde aquél día ya no pudo mirarle como antes. El cariño empezó a menguar. Ya no le quiero, se dijo. Pero aturdida desechó el pensamiento como si fuera una nube negra fruto de la ofuscación.


-Entonces, el marido le negó a usted que la pegara. ¿No es cierto?
-No lo recordaba. Al menos eso decía poniendo cara de no haber roto un plato. Ella empezó a cambiar desde el primer golpe.
-¿Qué quiere decir?
-Adelgazó de forma exagerada. Le entraban temblores y miraba para atrás como si alguien la siguiera. Sin embargo, insistía en que era feliz y hasta lo parecía.
-Pero…
-Un día me preguntó muy seria: ¿Tú crees que estoy loca? Entonces me di cuenta de la gravedad de la situación. Su marido después de aquél empujón la insultaba y se burlaba. Empezó a mostrarse insegura y ya no reía.
-¿Porqué a mí? ¿Cómo me puede estar pasando esto?
-Denúncialo, Carmen.
-¿De qué me servirá?
-Dejará de pegarte, de acosarte…
-Habré roto mi familia.
Según hablaba la mujer el periodista iba componiendo los titulares. Ya tenía pensado como empezar el texto. Nada de nueva víctima de la violencia de género, nada de la muerta hace el número ochenta y tantos. No, él necesitaba algo diferente. Era su primera crónica de sucesos y no podía fallar. Debía de llamar la atención, que los lectores percibieran algo más que el espíritu de un plumilla y sobre todo que el director fuera consciente de que estaba ante un nuevo Truman Capote. Tenía que elevar el suceso a la categoría de arte y para ello debía hacer un retrato original de la atmósfera familiar, descubrir al lector los sórdidos detalles que habitualmente se escapan y que hábilmente ocultan las parejas encantadoras.

   "Eran adorables. Él, reservado y muy trabajador. Ella, habladora y feliz. Tenían proyectos tan sencillos y naturales como tener hijos. Pero un día la relación se envenenó. Tal vez porque ella le reprochara algo, entonces él la empujó ligeramente, riéndose. Y todo empezó a rodar cuesta abajo. La mujer empezó a perder la cabeza.”
-¿Cuándo empezaron los golpes?
-Al poco de llegar.
-¿Y ella?
-Como amiga me lo confesaba todo, sin guardarse nada. Sufría ante sus inesperados ataques de ira pero no podía pararlos. No sabía como.
Encarna le da vueltas al pañuelo mientras recuerda una de tantas charlas con Carmen.
-Juan está muy susceptible, salta por cualquier tontería.
-¿Y que te dice?
-Que no puede evitarlo.
-Pero mujer…
-Luego me trae flores y me pide perdón como un perro apaleado. Y yo, tonta de mí, le perdono. Me da tanta pena. Y, además, le quiero tanto.
-Pero mujer…
-Todo se arreglará.
-Un día te matará.
El periodista observa tras el ventanal de la cafetería el cadáver tirado en la acera, cubierto por el plástico dorado.
-¿Tanto le quería?
-No lo sabe usted bien. Si los viera por la calle. Ella iba cogida del brazo y le miraba como si fuera el único hombre en la tierra. Se querían mucho, esa es la verdad.
-Hay amores que matan.
-Y tanto.
- Sabe, tenía un diario. Escribía todos los días. Lo empezó el día en que él le dio el primer empujón. Era su vía de escape.
-¿Lo tiene usted?
-Me lo entregó la difunta cuando intuyó que podía ser el final. Pero no se lo puedo dar así como así.
-No la comprendo.
-No se haga el tonto. Quiero dinero.
El periodista echa mano de la cartera y saca unos billetes. Ella los mira ruborizada.
- Esto es lo más que estoy autorizado a darle.

Diario atribuido a Carmen
“ Hoy me ha hecho perder el equilibrio. Está enfadado y la paga conmigo. Dice que le he defraudado y que sólo soy escoria. No acabo de entenderle. Hago lo mejor que puedo lo que me pide. Él me golpea. Pese a todo le quiero con toda mi alma. Sin él, me volvería loca. Creo que empiezo a perder la cabeza. Tal vez él tenga razón y soy tonta, una nulidad, un desecho como me llama escupiendo las palabras. Siento que la felicidad se me escapa…”
Cuando leí lo que el periódico decía de mi hija estuve tentada de estrangular a ese periodista. Lo pensé mejor y cuando me llamó por teléfono en busca de carnaza- ¡para qué si no iba a llamarme!- le dije que aceptaba una entrevista. Era la única oportunidad que tenía de devolver a mi hija el honor perdido. El muy canalla había escrito que estaba perdiendo la cabeza. ¿Quién va a creer a una loca? Con lo sensata que siempre ha sido mi hija. Y hasta se ha atrevido publicar un diario atribuido a mi niña. Me dio el pésame, cohibido, mientras me entregaba un ramo de flores. Pero yo sé que éstos periodistas vienen ya muy aleccionados para hurgar en la miseria.
-¿Estarás contento de lo que estás contando? Todas esas mentiras sobre mi pobre hija me están haciendo mucho daño.
-Señora, yo he indagado y escribo lo que sus allegados me han contado.
-Mi hija no era de contar su vida a extraños. Para sus cosas era muy reservada.
-Tenía motivos para desahogarse. Y lo hizo con una vecina.
-Nunca me dijo que tuviera una amiga en el edificio.
-Encarna me comentó que era la mejor amiga de su hija.
-Yo la visitaba con frecuencia y mi hija nunca mencionó a ninguna Encarna. Ninguna vecina apareció por la casa. Mi hija con quien de verdad se confesó fue conmigo, con su madre. Las madres somos las únicas que, en casos así, podemos dar apoyo y consuelo. Y también ejemplo por lo que hemos pasado.
-¿Qué quiere decir?
-Antes de que se hablara de la violencia de género yo la padecí en mis carnes.
-¿Su marido le pegaba?
-Y antes mi padre. Entonces era así. Debería saberlo. Si llegaba tarde a casa era una puta para mi padre. Si lo hacía cuando vivía con mi marido, porque me quedaba un rato con las amigas, más puta todavía.
-Entiendo.
-Perdone, pero no creo que entienda nada. Mi hija empezó a vivir ese ambiente desde pequeñita. Lo que no esperaba la pobre es que su marido fuera otro de tantos.
-Todos perdemos los nervios alguna vez. Se nos escapa un cachete…
-No sea majadero. Mi hija ha pasado un verdadero calvario y ahora encima la está vilipendiando.
-La entiendo. Está molesta.
- Pues no lo parece cuando escribe lo que escribe. A ver qué publica ahora de todo esto. Si he consentido en verle es para limpiar el honor de mi hija. Ella nunca le provocó ni le dio argumentos para que la maltratara. Y además si lo hubiera hecho no es para responder como él lo hizo. La pobre no pudo entender dónde se metía. Con la primera bofetada el mundo se le cayó encima.
- No es lo que dice en su diario.
- Ahí quería llegar yo. Tenía un diario, sí y me lo entregó para que lo guardara bajo siete llaves si algo le pasaba. Ese diario que publica su periódico es inventado. Esa no es la letra de mi hija.
- ¿Entonces?
- Se ha dejado engañar por una mujer necesitada de protagonismo. Y tal vez haya dinero por medio. Usted es un pobre imbécil. Nos veremos en los tribunales.
 El periodista, recién casado, es interpelado por su mujer a la hora del desayuno.
- He leído tu crónica de sucesos. Me parece una canallada.
- No te entiendo.
- Has denigrado a esa mujer. Además de muerta, difamada. No sabía que fueras tan rastrero. ¿Cómo puedes calificar de loca a alguien que ya no puede defenderse?
- Pero que sabrás tú de esta historia si hasta el director me ha felicitado.
- Y con eso limpias tu conciencia. El director es otro patán que sólo busca vender más periódicos.
- ¡Cállate imbécil! La mesa tiembla ante la violencia del puñetazo.
- Sí, vete a la calle. A ver con que nuevas mentiras regresas. Después de llamar insistentemente al segundo piso le abre la puerta una señora mayor.
- ¿Encarna?
- Aquí no vive ninguna Encarna, hijo mío. Usted pregunta por la maltratada.
- ¿Cómo la maltratada?
- Sí, joven. Encarna es famosa en el barrio porque perdió la cabeza por las palizas de su marido. La pobre estaba muy enamorada. Fue la primera maltratada de la que tuvimos conocimiento en el barrio. Nunca se recuperará. Y lo triste es que sigue pensando que le quiere. Y hasta espera su regreso.
- Me habla de una mujer de unos cuarenta años, rubia y menuda, con unos grandes ojos verdes.
- ¿De quien si no?
El periodista solo se hace una pregunta: ¿Cuántas personas pueden deambular en torno a un cadáver y presentarse como su íntimo? Diario de Carmen (entregado a su madre) “ Creo que nunca me recuperaré. Lo del empujón es lo de menos, lo que me duele es que este lamentable incidente nos separará para siempre. Yo no voy a soportar que esto me suceda. No quiero ser una nulidad. Lo último que quiero es acabar en una casa de acogida. Si ahora me dejo machacar difícilmente podré levantar cabeza. No recuerdo que prendió la chispa, sólo que estoy en un incendio. Y no me siento bien…”

Epílogo Querida, debe quedarte muy claro: contigo voy a aplastar hasta la última brizna de hierba. No es un aviso sino una amenaza: clara y rotunda. Luego que no digan los de siempre que me querías hasta la muerte y que nunca te creíste pudiera llegar hasta el final. Para que lo sepas, guardo un álbum de todas, he conseguido su retrato de la televisión –de los benditos programas del corazón- o de los periódicos. Todas las noches me entretengo en ponerlas en un panel y observaros detenidamente. Y he llegado a una sabia conclusión: os lo merecéis. Vuestro rostro parece que lo está pidiendo y es que ya son muchos años de aguantaros a vosotras, a nuestras madres, a las abuelas. Llega un momento en que la válvula a presión se dispara y actuamos. Y lo hacemos con todas las consecuencias- no nos importa perder la vida- y a conciencia. Muy pocas veces erramos. Desde pequeños nos han enseñado de vuestra debilidad y de vuestras malas artes para conjurarnos. No creas que estoy solo. Somos ya un ejército. El día que nos juntemos incendiaremos hasta las piedras que os dan cobijo. Sé que contáis con poderosos cómplices pero de nada os servirán. Ya habréis comprobado que somos inmunes a órdenes de alejamiento, pulseras electrónicas y demás artilugios. Y es que cuando queremos algo vamos a por ello. Sin pararnos en nada. Y más todavía cuando sois tan insolentes de mostraros tan vivas y erguidas. ¡De rodillas! Ese debe ser vuestro destino. Y aún después de muertos, tenemos ganada la batalla. (Carta manuscrita del marido, encontrada entre las pertenencias de la muerta)

El circo mediático

En 2009 las confesiones de los parados coparon portadas de periódicos y revistas y las horas de mayor audiencia (prime time) en televisión. Una cadena privada ha recluido en una jaula (perdón plató televisivo) a presuntos representantes de la generación Ni-Ni (ni estudia ni trabaja). El más duro de corazón, el que más lágrimas de cocodrilo haga derramar a su familia, tendrá más posibilidades de ser ‘rehabilitado’. Un equipo de psicólogos se encargará de sacarle del infierno en que ha convertido su vida. Trabajará o volverá a estudiar y será un hombre de provecho.
Los parados son expuestos en la plaza pública, desnudados sin pudor, sin respetar su intimidad, ni tener en cuenta que a veces hablan para librarse de sus demonios. A las puertas de las oficinas de empleo se recogen a vuela pluma testimonios, sin tiempo para la reflexión o el análisis. El drama es lo que cuenta. Cuanto más desgarrador tendrá más lectores: “en su casa, hoy sólo entran sus 200 euros, el sueldo de su madre como limpiadora y el subsidio por desempleo que desde hace seis meses cobra su padre. Pero este último ingreso va a reducirse en breve.”
En la crisis del 93 empezaron a menudear en España los trabajadores que ofrecían un riñón por un puesto de trabajo. En 2009 hubo ciudadanos dispuestos a vender o donar una parte de su cuerpo (órganos, pelo, esperma…) por dinero. La asfixiante situación económica que padecían era la coartada. La asociación de consumidores Facua denunció la existencia de portales de Internet con anuncios de venta de órganos. Como en la plaza del mercado los parados ofertan la venta de riñones, pulmones y hasta médulas. Solicitan desde 15.000 euros hasta un millón. Un desempleado, a cambio de formar parte de una muestra en la que se exhiben doce cadáveres, cancelaba la hipoteca de 220.000 euros. Hay circo para rato.

Explota la gallina de los huevos de oro

Desde el principio las fases de actuación son previsibles en un negocio que, jaleado por todos los actores, es otra gallina de los huevos de oro.

Como en ‘boom’ anteriores (punto.com, inmobiliarias…) se percibe en las energías renovables un lento repliegue de posiciones (cierres, inversiones ralentizadas) a la par que una expansión descontrolada de consecuencias impredecibles. La conclusión de los expertos es que hay demasiada exposición en un negocio recalentado.
Todo empezó en los 90. Los emprendedores encontraron un nicho de negocio en los huertos solares. Una década después las grandes compañías, tras encargar planes de viabilidad, iniciaron una agresiva política de inversiones, comprando instalaciones en marcha, en muchos casos con fuerte apalancamiento. No tardó en aparecer la primera oleada especuladora. En 2004 los intermediarios se embolsaron 2.000 millones de euros revendiendo concesiones. Por término medio, las reventas generaron en Galicia más de un millón de euros por megavatio de concesión.

Con el mercado en plena ebullición, se inicia el desembarco de las multinacionales españolas: Acciona e Iberdrola Renovables se posicionan mediante agresivas compras (Opas incluidas) como líderes mundiales; Gamesa y Abengoa exportan su tecnología por todo el mundo; Santander y BP crean el mayor proyecto de energía solar de la UE. España es el líder global y modelo a seguir, anuncia el presidente Obama. Pero los americanos ya tienen preparada la estrategia para ser los nuevos líderes mundiales a medio plazo.

Todo parece estar a favor: hay generosas ayudas externas (hasta 49.000 millones de euros contempla el Plan de Estímulo de Estados Unidos) y subvenciones domésticas (30.000 millones de euros se llevan concedidos en España en los últimos ocho años). Además del apoyo financiero y mediático, hay bendición para las ‘energías limpias’. Representan la gran alternativa a las energías fósiles y la solución al impacto ambiental: con su puesta en marcha se evitará la emisión a la atmósfera de millones de toneladas de CO2.
El mercado pese a los cantos de sirena empieza a ver las orejas al lobo: Renovalia, Eolia y T-Solar ralentizan o frenan la salida a la Bolsa para captar nuevos capitales. Iberdrola Renovables, punta de lanza de este negocio (desembolsó 17.100 millones euros por la compra de la británica Scottish Power) alerta sobre la caída de la demanda (4,5% en España en 2009) y de los precios. La crisis de Isofotón, referente de la energía solar, el cierre sorpresivo de las plantas de BP Solar y otras compañías del sector durante 2009, suponen el primer aviso para navegantes: mala gestión, riesgos no calculados, inestabilidad ante cambios regulatorios y jurídicos y acuciantes dificultades de financiación.

El mercado empieza a estar sobresaturado: no hay día que no aparezca en el Borme la constitución de una nueva compañía ansiosa por participar en lo que consideran un lucrativo negocio. Esta proliferación dificulta la supervivencia de las empresas de fabricación de equipos y componentes asociados a estas tecnologías. Los ‘chiringuitos’ de renovables con su aparición perjudican la imagen del sector.

Empiezan a estar claras las líneas rojas que cuestionan el negocio:
 La agresiva inversión en Renovables pone en peligro la sostenibilidad financiera.
 Las subvenciones/primas deberán recortarse ante el galopante aumento del déficit público.
 El cambio de la normativa genera desconfianza e inseguridad en los inversores.
 Los desequilibrios entre el coste de producción y el precio perjudicarán al consumidor.
 La sobreproducción genera importantes distorsiones.

Actualmente más de un centenar de grandes empresas españolas copan los mercados exteriores. Sólo las seis más importantes han invertido más de 27.000 millones de euros en activos fuera de España. Demasiada exposición para un negocio ‘fácil’ (es una tecnología muy accesible) y con un valor añadido relativo.

El ‘boom’ de las Renovables tiene fecha de caducidad. Se espera la explosión, esta vez lenta y ‘controlada’, de una nueva burbuja.

El paro mata (2)

...Uno puede basarse en conjeturas o sospechas más o menos acertadas. Pero está tentado de claudicar ante la falta de evidencias o pruebas confirmatorias. De entrada psiquiatras y psicólogos siempre buscan un trastorno mental en el suicida antes que un problema laboral. Sin embargo varios profesionales españoles, desde profesores a médicos y enfermeras, coinciden en la revista Cuidados* en subrayar la relación entre las conductas suicidas y el desempleo. Aunque matizan que el riesgo atribuible al suicidio es sólo del 7,3%.; es decir, vienen a sugerir para nuestra tranquilidad que la situación de desempleo contribuye en una pequeña medida al desencadenamiento del acto suicida. Sin embargo, un estudio llevado a cabo por médicos de la Facultad de Medicina de Wellington (Nueva Zelanda) aunque baja el riesgo atribuible al suicidio al 6%, pone de relieve como los desempleados triplican sus probabilidades de suicidarse. En Noruega, consideran entre los grupos con elevado riesgo de comportamiento suicida las personas desempleadas. Este es un caso no contemplado abiertamente en España. Pero menudean las pistas. Esta semana el sindicato vasco LAB denunciaba el aumento que se registra de casos de suicidio, depresión e infartos por el denominado "síndrome de la crisis" económica, que está generando un problema de salud en la clase trabajadora. Su secretaria general, Ainhoa Etxaide, y su responsable de Salud Laboral, Ibon Zubiela, han reclamado un "cambio" en las instituciones vascas y en sus responsables para hacer otras políticas de prevención y seguridad laboral, asegurando que tratar con las actuales es "darse contra una pared" porque "sistemáticamente" ignoran el problema y sus soluciones.A este llamamiento va unida esta reflexión del sociólogo Enrique Gil Calvo (El País/23/04/10): "al perder su trabajo, los varones se sienten desarraigados, desposeídos de su identidad pública y privados de una función social que ejercer, lo que les produce un difuso malestar que eleva su probabilidad de contraer enfermedades, a veces mortales".
En nuestro país varios ciudadanos se han quemado a lo bonzo por no encontrar trabajo. Todos eran inmigrantes y se les vio arder como teas ante la pantalla del televisor. En Internet tecleando ‘ciudadano rumano se quema a lo bonzo’, todavía se pueden ver las duras imágenes que dieron como noticia de impacto los informativos de todas las televisiones y que, desgraciadamente, han pasado a ser un divertimento para algunos ciberciudadanos. ‘Rumano a la parrilla’ titulaba un internauta tras colgar el video en el que se veía desnudo de cintura para arriba a Marian Mitrita rociarse con gasolina ante sus familiares. La dramática situación económica que le aquejaba fue el detonante. Fue el acto de un desesperado pero muy meditado… Un año antes un senegalés de 32 años ardía en una céntrica calle del Sur de España. O.D. había solicitado la regularización de su situación en España pero al parecer le fue denegada por las autoridades. Organizaciones humanitarias denuncian los trastornos psicológicos que pueden sufrir los inmigrantes y aluden al ‘síndrome de Ulises’ para tratar de explicar su incapacidad de adaptarse al nuevo entorno. Ulises añoraba su tierra de origen Ítaca pero se veía imposibilitado de volver a ella.
En diciembre del 2000 la prensa daba cuenta de cómo 27 inmigrantes marroquíes encerrados en la comisaría central de Málaga —después de haber llegado a España hace dos días en patera y ante la perspectiva de ser trasladados a Ceuta para ser posteriormente expulsados a su país—prefirieron prender fuego a los calabozos antes que permitir su expulsión. Cuatro murieron. En noviembre de 2009 un hombre de origen magrebí intentó quemarse a lo bonzo frente a la sede de Comisiones Obreras de la capital balear. Cabe preguntarse el porqué del dramatismo con que los inmigrantes ponen fin a su vida. Con esta brutal exhibición pública buscan dejar testimonio de la injusticia. Al igual que los mártires invocan su dignidad para llevar a cabo su terrible acción…(continuará)

viernes, 23 de abril de 2010

El paro mata (1)

¿Por qué la sociedad no reacciona cuando hay parados que mueren de tristeza o se suicidan?

¿Quedarse en paro es motivo para el suicidio? Hay desempleados que no ven otra salida. Están desesperados y llegan a conductas extremas. ¿Son enfermos mentales? No, siempre. Aunque en la psiquiatría se argumenta que entre los que se suicidan está ya latente una enfermedad mental -en algunos casos hereditaria- hay suicidas que estaban muy sanos de mente antes de perder el empleo. De hecho algunos especialistas apuntan que precisamente el desempleo es la causa del deterioro de la salud mental. ¿Quién empuja a quien? España registró niveles elevadísimos de paro a comienzos de los años 90, aunque no hay datos de las consecuencias mortales (suicidios contabilizados) porque no se hicieron estudios o se guardaron bajo siete llaves.
Los suicidios a causa del paro en España han sido prácticamente silenciados y han pasado a formar parte de la imaginería popular. “Seguro que en España hay casos de suicidios por el trabajo, pero ni se conocen", declaró Adrián González, subdirector de Prevención de Riesgos Laborales de la Inspección de Trabajo(El País/10/10/09). Ante la falta de datos elocuentes se ha tejido una leyenda negra que ‘apadrina’ suicidios a causa del desempleo cuando no se encuentra explicación a determinadas muertes. De algunos conductores muertos en accidente se ha dicho que pasaban problemas laborales; de aquél hombre encontrado muerto por un coma etílico se presumía su expulsión del mercado de trabajo, de aquella joven fallecida por sobredosis se aventura que se echó en brazos de la droga cuando se quedó sin horizonte laboral. Un día pregunté a un amigo por un fotógrafo y me dijo que lo habían encontrado ahorcado en su domicilio. Víctima de una regulación de empleo, rondaba los 50, y la depresión había hecho mella en su ánimo. ¿Otro caso para la imaginería popular?
Hay españoles que han llegado al suicidio poco después de quedarse en el paro; otros ha muerto de tristeza meses o años después de haber sido prejubilados, otros han puesto fin a su vida ante el incierto futuro que se les abría. Un dato constatado: de los 1.500 trabajadores de Sintel, la antigua filial de Telefónica, acampados durante meses en el Paseo de la Castellana de Madrid para reclamar el pago de las nóminas siete se suicidaron y otros siete murieron de infarto. De estos suicidios nunca transcendieron detalles. Estos trabajadores sin horizonte, con un pie en la calle, habían llegado al límite y no tenían ganas de vivir. Desaparecieron de este mundo sin ruido mediático. Al contrario que varios inmigrantes cuya muerte violenta (que analizaremos más adelante) aún puede verse en la Red.
¿Cómo demostrar que la causa del suicidio es el paro? Como es obvio, no resulta fácil...(continuará)