miércoles, 5 de mayo de 2010

Tener o no tener

   La crisis está cambiando los hábitos y actitudes de los españoles. Nada volverá a ser igual. El país empieza a dividirse entre los que tienen un empleo – 19 millones de afortunados- y los que no lo tienen. Los primeros se sienten privilegiados; aunque centenares de miles son conscientes de que viven de prestado en el trabajo y de que serán los próximos en caer. La espada de Damocles pende sobre sus cabezas. Los segundos en caída libre se sienten expulsados de la rueda del trabajo que gira sin fin.

   Expulsado del mercado de trabajo el parado es más sensible a la desigualdad. El trato de favor dado a los bancos por los Gobiernos - millonarios planes de rescate- contrasta con las miserias que en su hogar afloran cada día. “La revuelta de la desigualdad sacude al mundo entero: de Moscú a Helsinki, de Londres a Washington y de Berlín a Buenos Aires. En Internet encontramos páginas que invitan a quemar o a colgar a los banqueros. Y probablemente esto sólo acaba de empezar”, advertía cuando estalló la crisis el sociólogo Ulrich Beck.

   El sordo malestar aumenta.