Son los tapados que mueven el mundo, invisibles entre el gentío
o la muchedumbre. Resulta imprescindibles aunque estén en la trastienda. La vida no vale sin su presencia.
En algunas profesiones se hacen notar más que en otras.
Destacan sobre todo en los hospitales. Siempre recuerdo la mujer de la chaqueta
verde que nos consoló en un momento duro. Más que un secundario por detrás de
médicos y enfermeras, era el ángel en esos duros momentos. Igual que las
carreteras secundarias son a veces más encantadoras que la principal, los
secundarios hacen que el mundo funcione mejor.
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