Contra la
discriminación laboral debe ser el grito unánime de este Primero de Mayo en
todo el mundo.
Como
homenaje a la joven británica Vicky Harrison que puso fin a su vida, hace
ahora un año, al ser rechazada en 200 solicitudes de trabajo continuamos con el
serial ‘200 excusas para negarte un empleo’.
La
discriminación laboral no tiene fronteras. En América Latina la queja también
es generalizada, como en Europa y en otros continentes. “Después de muchos años
en el mercado laboral sigo observando como las empresas siguen discriminando a
través de las publicaciones que realizan por medio de las agencias y
consultoras de selección de personal que las representan”, denuncia Javier
Alejandro Santillán que trabaja en Argentina en una compañía de
telecomunicaciones.
O bien no tienes el perfil adecuado, o bien no te ajustas
al proyecto, careces de inteligencia emocional, no estás motivado…Hay mil y una
excusas para negarte un empleo.
En Chile
existen fuertes regulaciones contra la discriminación laboral que por lo
general no se cumplen. En este país se consideran actos de discriminación las
ofertas de trabajo efectuadas por un empleador, directamente o a través de
terceros y por cualquier medio, que señalen como un requisito para postular a
ellas, entre otras, cualquiera de estas condiciones: acreditación de antecedentes penales o comerciales; buena presencia, ausencia
de enfermedades, fotografía en curriculum y hasta la exigencia en muchas
ofertas laborales de que el futuro empleado cuente con vehículo propio,
teléfono móvil y hasta cartera de clientes.
“Si quieres ver
discriminación grosera y descarada, apenas ven a República Dominicana. Es
vergonzoso cómo empresas multinacionales que en países desarrollados predican
políticas de Responsabilidad Social Corporativa e inclusión social, resulta que
aquí andan pidiendo requisitos innecesarios, perfiles de candidatos que no coinciden
con las edades exigidas, o incluso se toman atribuciones de FBI. Y las grandes
firmas internacionales de RRHH se arrodillan a los deseos de sus clientes”,
denuncia Ernest García-Vázquez, profesional independiente En tono humorístico
retrata la situación: “Es que en nuestro continente, muchas veces la empresa
podrá ser sueca o canadiense, pero quienes la conducen localmente muchas veces
mantienen la mentalidad de granja: “Buscamos
hombres jóvenes y fuertes, solteros y sin hijos, deseosos de servir como
esclavos a cambio de un salario de miseria. Brindamos alojamiento en el establo
y tres comidas al día”.
Desde México, Said Rincón que
estuvo trabajando en reclutamiento y selección de personal subraya que la
discriminación que más le molesta es la del sexo. “Creo que hombres y mujeres
podemos cubrir vacantes por igual. Puede ser que te fijes si una persona está
vestida correctamente para la ocasión pero no puedes fijarte si vas a contratar
a alguien que parezca modelo en lugar de alguien digamos menos agraciado solo
porque alguien se ve mejor”. Un argumento que comparte desde Venezuela, Zoraida
Mendoza, consultora de RRHH, “evidentemente la discriminación está
presente en todas partes, y en Latinoamérica se repiten los patrones comúnmente
establecidos en todo el mundo: la raza, el sexo, la edad, experiencia, son
variables comunes, puedo agregarle a estas, las creencias políticas”…
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