Lo que parecía marketing revolucionario ha acabado por convertirse en el peor enemigo de sí mismo. Zapatero no estaba contento con ZP. Últimamente no era feliz y lo transmitía.
La metamorfosis de ZP fue marcándole al presidente los tiempos para su paulatina retirada. La marca le hacía sombra y acabó arrasando con sus expectativas. La marca ZP daña a las siglas PSOE, de ahí la retirada previsible de quien la ostenta. Nadie como Zapatero hipotecó un partido con su apellido. ZP ha fagocitado el PSOE hasta hacerle perder sus señas de identidad: las que tuvo cuando se fundó, no las de estos últimos años.
La inteligente estrategia de convertir un político en marca
se ha vuelto contra sus creadores. El desprestigio de la marca ZP arrasa con
todo lo que sustenta. Ahora las campanas tocan arrebato y hay que tratar de
regenerar un partido. Y llega Rubalcaba, el químico, para intentarlo. La marca ZP ha perdido visibilidad contenido, consistencia y objetivo.
La Z se aviene a muchas conjeturas.
AtiZarle era un ejercicio para tontos.
Muchos columnistas de medio pelo encontraron un filón. Era lo fácil ir en zigzag, (de la z a la zeta ) dando
bandazos. Nunca de frente. Había que huir de los problemas. Pero aún cuando se retire (ya está fuera del foco) los problemas le persiguen, son la sombra en su pared. Ahora que cede el LideraZgo,
vuelven los Zánganos, los Zorros y algún Zombie en busca de un papel estelar.
Después de la Post-Z
volvemos a empezar. Ahora de ‘presidente provisional’ hasta 2012 todavía se
hará más sangre en lo personal.
Z ha perdido su escudo de invisibilidad. Se ha desleído. Pero todavía contamina.
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