martes, 10 de mayo de 2011

Sabato es el camino


   “La gente joven está desesperanzada, ansiosa y cree en usted; no puede defraudarlos”, le llegó el mensaje como una suplica. Y no les defraudó. Ernesto Sabato es el verdadero líder para estos tiempos de crisis.

   “Sí, muchachos, la vida del mundo hay que tomarla como la tarea propia y salir a defenderla. Es nuestra misión. No cabe pensar que los gobiernos se van a ocupar. Los gobiernos han olvidado, casi podría decirse que en el mundo entero, que su fin es promover el bien común.”

   Hace trece años en ‘Antes del fin’ lo dijo alto y claro: "Miles de personas, a pesar de las derrotas y los fracasos, continúan manifestándose, llenando las plazas, decididos a liberar a la verdad de su largo confinamiento." No hay que copiar a los franceses o pedir ¡Reacciona! cuando el argentino más legendario (casi tanto como Borges y Cortazar) hizo la llamada angustiosa y clarividente a la que nadie respondimos.

   Y Sabato tiene más valor que nadie: víctima de sus depresiones que nunca ha ocultado nos ha dejado la visión de un mundo más limpio. Y sobre todo la resistencia de una mente poderosa a los contratiempos. Cuando en los cuarenta abandonó su brillante carrera científica, sus colegas cruelmente sentenciaron: “Sabato abandona paciencia por el charlatanismo”. Su primera novela que la ha hecho inmortal ‘El ´tunel’ fue rechazada por todas las editoriales, incluso las de sus mejores amigos. Sabato fue de los primeros en denunciar como se ha perdido el valor de la palabra. En España la falta de confianza y credibilidad es moneda de cambio: nadie cree a nadie.
   “Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizá mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga…”

“Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos…”
   “Con que indignación he visto, en un día de huelga nacional, con despótica soberbia, a la policía arrojando al suelo la comida que unos obreros preparaban en sus ollas populares.”
   “La gravedad de la crisis nos afecta social y económicamente. Y es mucho más: los cielos y la tierra se han enfermado.”

   “Recibo cantidad de cartas de muchachos que se sienten al borde del abismo, no sólo de nuestro país sino del mundo entero. Los chicos me hablan de sus tristezas.Tenemos que abrirnos al mundo. No considerar que el desastre está afuera, sino que arde como una fogata en el propio comedor de nuestras casas. Es la vida y nuestra tierra las que están en peligro.”

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