Yo también quiero ser querellado por ese depredador que algunos medios quieren convertir en ángel con la complicidad de su mujer:
http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/strauss-kahn-mujer-querellan-contra-consejero-sarkozy-contra-diversos-medios-1232972
Domingo Sebastian Kant (DSK), presidente de
una comunidad de vecinos y representante comercial, en una noche mala abusó presuntamente de una limpiadora de dicha
comunidad y tras ser denunciado por esta acabó temporalmente con sus huesos en
la cárcel. Ahora está pendiente de juicio. Los periódicos nunca dieron la
noticia, ni tan siquiera los amarillistas a los que les había llegado el
chivatazo desde comisaría. “Domingo es un don nadie”, fue el unánime sentir de
la prensa para silenciarlo. Causalmente ese mismo día otro DSK (Dominique
Strauss-Khan) inundó las portadas de los diarios de todo el mundo. También fue
acusado de intento de violación de otra camarera/limpiadora de un hotel en
Nueva York. “Ha caído un pez gordo”, fue la exclamación de los periodistas para
esparcir la noticia a los cuatro vientos. Domingo nunca fue noticia, Dominique
lo era a todas horas. ¿Qué les diferenciaba? Domingo no tenía pedigrí. A
Dominique le sobraba.

En el momento de su detención en Nueva York,
Dominique era Director Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), se
postulaba como candidato por los socialistas a la presidencia de Francia; y un
dato nada baladí: su mujer, Anne Sinclair, es una de las mujeres más ricas de
Francia y pertenece al poderoso lobby judío. La foto del pez gordo con grilletes, cabizbajo y custodiado por policías
norteamericanos en el juzgado dio la vuelta al mundo. Domingo seguía con avidez
las informaciones cómo si también le afectaran. Su denunciante y presunta víctima,
casualmente también era negra, como la que denunció al todopoderoso director
del FMI. Cuando Dominique llegó al juzgado más de un centenar de camareras, en
su mayoría negras, le increparon y puede que hasta le insultaran. Domingo no
quiere ni imaginar que pasaría si todas las limpiadoras de la ciudad hicieran
causa común con la limpiadora de su comunidad. Por si acaso estuvo unos días
sin poner un pie en la calle, mientras la curiosidad sobre el otro DSK le
enganchaba día y noche a internet. Así pudo enterarse de que el tal Dominique
dimitió (o fue obligado a dimitir) como director del FMI, por eso de preservar
la buena reputación del archifamoso organismo internacional. “Fue como
reconocer su culpabilidad”, reflexionó Domingo. “Yo nunca dimitiría de
presidente de la comunidad por la maledicencia de una limpiadora. Es su palabra
contra la mía”, apostilló.

Domingo enseguida captó que la defensa de
Dominique se basaba en ‘tu palabra contra la mía’. La primera andanada contra
la denunciante, llamada Nafissatou Diallo y natural de Guinea, no tardó en
llegar: “Ella sabía lo
que estaba haciendo y que DSK era muy rico”. Una mancha empezaba a extenderse sobre
la camarera del hotel de Nueva York. Domingo se enteró por la prensa on line de
que además, al parecer, tenía un pasado turbio. Se le había interceptado
una conversación telefónica en la que hablaba con un preso implicado en tráfico
de drogas. Al parecer Nafissatou Diallo le revelaba a su amigo delincuente que
ella sabría cómo sacar partido a la presunta agresión. Por un momento Domingo
se plantea contratar a un detective para que husmee en la intimidad de la
limpiadora. Pero está escaso de recursos. En cambio ha leído en Internet que su
homónimo había desembolsado sin pestañear seis millones de dólares para salir
en libertad provisional.
Domingo cae en la cuenta de que el objetivo de
la defensa es convertir a Nafissatou Diallo en un ser mezquino y miserable sin
capacidad para levantar la mínima acusación. La palabra de la guineana no vale
nada contra las poderosas palabras de los amigos
de Dominique que no tardan en iniciar una gran ofensiva en los periódicos
de todo el mundo. Hay que darle la vuelta a la opinión pública. Convertir al
presunto depredador DSK en un ángel. Hay
que contrarrestar el peso de la balanza claramente desfavorable al todopoderoso
Dominique y favorable a una chica negra, natural de Guinea.

Mes y medio después de su detención un
Dominique renacido (nada que ver con el presunto culpable atenazado por los
grilletes), sale de la cárcel, en libertad bajo fianza, y posa sonriente con su
mujer a las puertas del juzgado. Las dudas
del caso (presuntas incoherencias en la declaración de la víctima) lo dejan en
libertad, pero el juez mantiene los cargos en su contra. La denunciante parece
perder credibilidad por su turbio
pasado aireado sin compasión por los medios de comunicación. Hasta el fiscal
acusador es cuestionado y algunos medios aseguran que pronto retirará los
cargos, lo que no sucede con tanta celeridad. Domingo navega con avidez por
Internet y así concluye que pocos medios de comunicación mantienen la tesis de
que un intento de violación o agresión sexual no deja de serlo porque la
víctima no sea todo lo honorable que la sociedad desea. Al ingenuo de Dominique
le tendieron una trampa escriben algunos periodistas. A mi también me la
debieron tender y no me di cuenta, fantasea Domingo.
La
ofensiva contra la camarera Nafissatou Diallo arrecia ante la movilización de centenares
de miles de mujeres francesas que se echan a las calles de París para protestar
contra el presunto culpable Dominique Strauss-Khan. En la prensa aparecen nuevos
testimonios en su contra hasta ahora silenciados por temor a represalias. La maquinaria
mediática se pone en marcha. ¿Quién mejor que una mujer para defender a DSK? ¿Será perdonado Strauss-Kahn? se
pregunta Nicole Muchnik, pintora y escritora en una tribuna publicada en lugar
destacado en los grandes diarios europeos (en España en El País). Domingo lee
el desafortunado titular. ¿Si es inocente de que tiene que ser perdonado? se
pregunta. Repasa de cabo a rabo la tribuna y anota un párrafo que le podría
servir para su defensa: “Todo lo que
parecía cierto se vuelve falso, el culpable lo es menos, la víctima ha perdido
inocencia”. La denunciante no es trigo limpio, es el mensaje que penetra
una y otra vez en la cabeza de Domingo. Otro judío, filósofo y enfant terrible del 68, Bernard Henry
Lévy, sale varias veces en defensa de Dominique “Lecciones del falso
Strauss-Kahn”, el titular en El País de su última tribuna no podía ser más
claro. Al igual que Nicole Muchnik, sólo tres días antes, Lévy insiste en denunciar
el circo mediático montado en Estados Unidos en torno al ex director- gerente
del FMI. Como si la puesta en escena a la americana fuera la excusa para borrar
el presunto delito sexual.
Tanto Nicole como Bernard tratan de hacer un
símil entre La Bella
y la Bestia. Nicole:
“Se trataba de uno de los hombres más
poderosos del mundo, brillante director gerente del Fondo Monetario
Internacional y presumible candidato a la presidencia de Francia, un hombre de
izquierda, judío, rico gracias a la herencia de su mujer... Pero era el
presunto culpable de violencias sexuales, tal vez de violación, contra
Nafissatou Diallo, una joven guineana de 32 años, madre de una hija, camarera
en el hotel Sofitel, que vive modestamente en un pequeño apartamento del Bronx,
el barrio más desfavorecido de Nueva York; una inmigrante musulmana sin historia,
una presunta inocente "traumatizada", "digna",
"valerosa", "devastada", un paradigma de víctima, mujer,
pobre y sin derechos...” Y Bernard: “Dominique
Strauss-Kahn ya no era Dominique Strauss-Kahn. Era el espejo del mundo de los
banqueros blancos y globalizados. Y la señorita Diallo era, frente a él, la
encarnación de las mujeres humilladas, maltratadas y, por añadidura,
inmigrantes y pobres...
El
círculo se va cerrando entorno a la denunciante. No está en posesión de la
palabra revelada, sostiene Bernard. "Todas somos camareras", se escuchó
gritar a miles de mujeres en las calles de París. Domingo sonríe satisfecho.
“Todos somos DSK”, reza su camiseta cuando decide salir a la calle.